Leo en su periódico que ha ardido el casco antiguo de Edimburgo y creo que es un buen momento para denunciar la situación de Lavapiés. Las tiendas que ocupan los bajos de los edificios del barrio (antiguos y con estructura de madera) se han convertido en su gran mayoría en almacenes textiles que carecen de las más mínimas medidas antiincendio.
En caso de que hubiera un fuego, la situación se vería agravada por el colapso permanente de tráfico. Yo mismo he sido testigo de cómo un camión de bomberos con las sirenas encendidas tardaba más de veinte minutos en dar una vuelta a la manzana entre Mesón de Paredes y Embajadores.
Dada la población del barrio, mucho me temo que sería imposible una evacuación a tiempo de evitar un gran número de víctimas. Lo realmente lamentable es que si esto ocurriera, no sería ni mucho menos un accidente. Sería el resultado del abandono al que el Ayuntamiento ha sometido a Lavapiés al permitir que se convierta en un polígono industrial en medio de la ciudad. Ojalá el incendio de la ciudad de Edimburgo sirva para que el Ayuntamiento de Madrid decida por fin poner sus barbas a remojar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 17 de diciembre de 2002