ETA regresaba a Madrid para intentar un atentado "inminente", posiblemente hoy mismo, aunque no parece que su intención fuera establecerse. Sólo atentar y huir. Los investigadores sospechan que el motivo de su viaje a Madrid era hacer una demostración de fuerza en la capital de España, tal y como lo intentaron en 1999 para rubricar el fin de la tregua que mantuvieron durante 18 meses. Entonces -como ayer- un control de carretera de la Guardia Civil evitó que hicieran estallar dos furgonetas bomba en el complejo Azca, el 22 de diciembre de 1999, el día del sorteo del Gordo y fecha clave de las compras navideñas. Tal día como el domingo que viene.
La banda quería hacer una demostración de fuerza como la que intentó en 1999
Las fuentes de la lucha antiterrorista consultadas aseguraron que los etarras Gotzon Aramburu Sudupe, herido y detenido tras el tiroteo, y Jesús María Etxeberría Garaikoetxea, capturado en San Sebastián horas después de su fuga, habían formado un comando itinerante. Los dos etarras ya habían sido identificados como los autores del atentado con coche bomba perpetrado el pasado día 3 en un aparcamiento subterráneo de Santander. "Ésta es la nueva forma de actuar de ETA", aseguró anoche el ministro del Interior, Ángel Acebes.
Este tipo de célula terrorista móvil es más difícil de detectar, ya que carece de infraestructura y contactos en las ciudades en las que atenta, goza de gran autonomía y su movilidad les resta, teóricamente, vulnerabilidad. "Esta gente entraba en España, volvía a Francia y luego volvía a entrar, como demuestra el que hayan atentado en Santander, hayan vuelto a Francia a robar un coche [el de ayer] y ahora viniesen a Madrid", aseguran fuentes de la lucha antiterrorista.
El grupo disponía de una gran cantidad de explosivos (los utilizados en Santander y los que la Guardia Civil voló ayer de manera controlada), armas automáticas del calibre nueve milímetros y "una importante cantidad de munición". Su objetivo inmediato era Madrid. "Pero todavía no sabemos con total seguridad cuáles eran sus objetivos y ni siquiera si iban a atentar en Madrid, en algún pueblo... Lo que está claro es que venían hacia aquí", sentenció Acebes en la sede de Interior.
Madrid es, de hecho, una verdadera obsesión para la banda. "Los terroristas no iban a Madrid por casualidad y posiblemente pretendían atentar mañana mismo [por hoy] en la capital", aseguró Francisco Javier Ansuátegui, delegado del Gobierno en la capital, junto al lugar en el que fue asesinado el guardia civil Antonio Molina Martín. "ETA no podía permitirse estar tanto tiempo sin tener una presencia en la capital de España", aseguraron ayer fuentes de la investigación.
El último rastro de la banda en Madrid fue interceptado hace siete meses. El 14 de mayo fueron detenidos en el barrio de Vallecas los miembros liberados del comando Madrid Miguel Guillermo San Argimiro Isasa, de 39 años, y Manuel Miner Villanueva, de 26 años. Desde entonces, ETA no había hecho acto de presencia en Madrid, aunque sí perpetró 13 atentados en distintos puntos de España, en los que mató a cuatro personas.
Sin embargo, hasta la irrupción de hace dos semanas en Cantabria del comando ahora desarticulado, ETA había mantenido dos meses de silencio que provocaron que se llegara a especular con la posibilidad de una tregua. Pero las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado nunca creyeron en esa hipótesis. Los mandos antiterroristas están convencidos de que si la banda no ha cometido más atentados es "porque no ha podido, no por falta de ganas". Y no ha podido, entre otros motivos, porque ha perdido a sus jefes militares y ha sufrido una sangría de detenciones que ha puesto entre rejas a 123 miembros o colaboradores detenidos en España, 53 en Francia y otros seis en diferentes países. "La banda está muy débil, está obsesionada con la seguridad y no sabe por donde le vienen los tiros", aseguran las fuentes consultadas.
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad no tienen claro qué pretendía exactamente ETA, pero sí que quería cometer un atentado en Madrid "de forma inminente" con una carga explosiva "muy importante". Ninguna de las fuentes consultadas quiso aventurar anoche cuál iba a ser el objetivo, aunque recordaron los planes de 1999. "Entonces eligieron el día 22, el del sorteo de Navidad, y es posible que ahora quisieran hacer lo mismo", indicaron. La banda envió a Madrid el 20 de diciembre de 1999 dos furgonetas bomba cargadas en conjunto con 1.688 kilos de explosivo que habían depositado en una enorme caja a la que sólo le faltaban conectar unos cables para provocar la explosión.
En noviembre del año pasado se conoció cómo pretendía ETA anunciar el fin de la tregua. La etarra Belén Egués, detenida tras la persecución de un ciudadano anónimo, confesó que el objetivo de lo que se denominó como "caravana de la muerte" era el centro financiero y comercial de Azca y, especialmente, la torre Picasso. El entonces director de la Policía, Juan Cotino, explicó que el plan era hacer estallar las furgonetas a las 19.56 del 22 de diciembre. ETA quería copiar al IRA, que el 9 de febrero de 1996 puso fin a una tregua con la explosión de un coche bomba en Canary Wharf, donde tienen su sede periódicos y bancos.
Pero una infracción leve de tráfico y el evidente exceso de peso de una de las furgonetas provocó que la Guardia Civil diera el alto a una de ellas en el kilómetro 204 de la N-II a la altura de la localidad de Calatayud. El otro vehículo fue localizado en Alhama de Aragón al día siguiente.Un error similar y la experiencia de los agentes que dieron el alto a los etarras frustraron ayer los planes de la banda. Los agentes se acercaron al Ford Scort porque estaba detenido de forma indebida en la autopista y, además, porque llevaba una matrícula demasiado antigua para el modelo de coche. "Antonio Molina y Juan Aguilar han salvado a muchas personas", dijo Acebes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 18 de diciembre de 2002