A menos que lo que queramos sea renegar del Estado social que supuestamente construimos, la mejor muestra de solidaridad no es la de participar en tanto montaje mediático, lacrimógeno, manipulador y simplón.
La solidaridad no es caridad misionera, la solidaridad es exigir que la sociedad responda a través de sus instituciones, y en concreto a través de sus Presupuestos Generales. Porque nadie tiene que dar las gracias por lo que es justo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 18 de diciembre de 2002