Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
OPINIÓN DEL LECTOR

Juguetes rotos

Accedemos a que el Olentzero o los Reyes Magos nos traigan el perrito o el gato de angora del que nos encaprichamos en aquel escaparate, sin pararnos a reflexionar que los animales no son juguetes de usar y tirar, sino seres sensibles, que, aparte de atenciones básicas y servicios veterinarios, necesitan de nuestra paciencia, protección y cariño.

Las estadísticas nos dicen que la paciencia, la protección y el cariño se acaban al poco tiempo de estar el cachorro en casa. Cada año, en España, 200.000 perros y gatos son abandonados criminalmente por personas que no merecen tal nombre siquiera. Perros y gatos que, de pronto, se ven en la mayor desolación y desamparo buscando angustiosamente, día y noche, volver a su familia, a su hogar; perros y gatos cuyo destino será agonizar en una cuneta, atropellados o servir de cebo vivo para las peleas clandestinas, o torturados por gamberros, o en esos deprimentes campos de concentración y exterminio que son las perreras urbanas.

Antes de hacernos con un perro o con un gato conviene sopesar, punto por punto, si tenemos la capacidad humana y económica, y el tiempo suficiente, para ocuparnos del animal como es debido. Hay que advertir, por ejemplo que, inevitablemente, soltarán pelo y harán algún estropicio, y que un perro necesita salir a la calle tres veces al día, llueva, granice o sea noche cerrada. Adoptar un perro o un gato es una enorme responsabilidad, un serio compromiso ético que firmamos durante los años que dure su existencia.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 22 de diciembre de 2002