Las elecciones presidenciales celebradas ayer en Montenegro fracasaron porque sólo votó un 46,2% del electorado. Para ser válidas, debían registrar la participación del 50% más uno de los 457.000 electores registrados. Los comicios, que fueron declarados limpios y regulares y estuvieron controlados por 100 observadores de la OSCE y 2.000 observadores locales, han de repetirse a mediados de enero.
Filip Vujanovic, el favorito entre los ocho candidatos en pugna (tres presentados por partidos políticos y ocho por ciudadanos), ex jefe del Gobierno montenegrino y presidente del Parlamento desde el pasado 5 de diciembre, obutvo el 86% de los votos. Vujanovic fue sucedido al frente del Gabinete por el ex presidente de Montenegro y presidente de su fuerza política, el Partido Demócrata socialista (DPS), Milo Djukanovic. Dese entonces, Vujanovic preside interinamente la menor de las repúblicas yugoslavas hasta la eleción del nuevo jefe de Estado.
Después de votar, Vujanovic declaró estar seguro de que será ganador absoluto y de que los ciudadanos no aceptarán el llamamiento a un boicot por la oposición. También se mostró convencido de que no permitirán que se repita lo que sucedió en Serbia, donde han sido anuladas dos veces las elecciones por falta de participación, y que la república, por primera vez en su historia, se quede sin presidente.
El Partido Popular Socialista (SNP), como la mayor fuerza opositora en Montenegro, convocó a los ciudadanos a que no acudieran a las urnas. El portavoz de ese partido, Dragan Koprivica, dijo que su fuerza no servirá como adorno a los socialistas de Djukanovic. "Creo que en este momento no poseemos el mínimo de condiciones democráticas necesarias para que los ciudadanos se pronuncien con libertad", dijo Koprivica, acusando al Gobierno de estar envuelto en serios escándalos. El partido gobernante respondió que el SNP trata de justificarse de cualquier manera porque sabe de antemano que pierde las elecciones presidenciales como perdió las parlamentarias.
Pero lo cierto es que Montenegro es sacudido por un gran escándalo sexual que ha descubierto hasta qué punto los políticos participan en el tráfico de mujeres en los Balcanes. El sexgate montenegrino explotó cuando una ex campeona en salto de altura de Moldavia (tratada en los medios como S. C.), tras tres años de esclavitud sexual, logró refugiarse en una ONG dedicada a ayudar a ese tipo de víctimas de la prostitución y del tráfico de blancas.
La deportista moldava acusó a Zoran Piperovic, vicefiscal general en Montenegro, de ser uno de los organizadores del tráfico de personas, y éste se convirtió en la persona de mayor jerarquía institucional apresada por la policía. Si bien las diferentes ONG respaldan a la autoridad judicial que investiga el escándalo, también acusan al Gobierno de querer atascarlo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 23 de diciembre de 2002