El aluvión de público dejó boquiabiertos a los organizadores. Habían anunciado el concierto como intimista y se encontraron con centenares de personas de pie en las naves laterales de la iglesia de Montserrat, o sentadas en el suelo en los pasillos. Sorprende esta locura de amor en Madrid por la música medieval. ¿Se llegaría al clima de recogimiento deseado?. Pronto se salió de dudas. Y a lo largo del concierto, ni una tos, ni un teléfono móvil, ni una mosca, se oyó.
La búsqueda del intimismo en los actos musicales es una tendencia al alza en los últimos años. Tal vez como respuesta al abuso de la cultura como espectáculo. Los tres intérpretes de Ordo Virtutum consiguieron crear un clima de confidencialidad a base del encantamiento en la forma de desgranar las historias. No hubo excesos. La naturalidad se imponía al artificio. Y también la sencillez. Fluía suave el Lamento del cisne, anónimo del siglo XI conservado en la Biblioteca de París, o los fragmentos del Cantar de Attila pertenecientes a la remota Edda islandesa conservada en el Codex Regius del XIII, o, desde una concepción más cercana, el par de ejemplos extraídos del Códice de Las Huelgas, del XIII-XIV. El aire de cuentos a la luz de la chimenea prevalecía, y cierto tipo de fantasía historicista se desprendía de las improvisaciones instrumentales de corte melódico o bien a partir de un lamento. El grupo compagina la investigación con la práctica musical, lo que produce cierta seguridad en cuestiones de fiabilidad. Lo hacen bien y, sobre todo, embelesan con una candidez nada inocente. En su postura artesanal, directa y nada pretenciosa, radica también una gran parte de su atractivo.
Emociona!!! Antigua
Planctus (lamentos medievales). Ensemble Ordo Virtutum für Musik des Mittelalters. Dirección, voz, arpa y lira: Stefan Johannes Morent. Con Monika Mauch (voz) y Susanne Ansorg (fídula y rabel). Iglesia de Montserrat, Madrid, 22 de diciembre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 24 de diciembre de 2002