Los alumnos de la Escuela Reina Sofía, un centro superior cuyas actividades sobrepasan los límites de las aulas, celebran la Navidad con un programa de su Orquesta de Cámara en circulación por distintas salas y ciudades. El viernes, noche, el brillante conjunto de anticipada profesionalidad, con su profesor al frente como solista y director llenó la sala del auditorio de música eterna y bien interpretada. Y es que José Luis García Asensio, tantos años en la cabecera de la English Chamber de Londres, es violinista de raza y músico de cuerpo entero, amén de docente y director prestigioso en los medios británicos, como lo fueron Arbós, Ángel Grande, García Morales o Antonio Brossa, por citar algunos pocos.
Concierto de Navidad (BBVA)
Orquesta de Cámara de la Escuela Superior Reina Sofía. Director: José Luis García Asensio. Obras de Bach, Händel y Mozart. Auditorio Nacional de Música. Madrid, 20 de diciembre.
En el Concierto en si bemol, primero de los de Wolfgang Amadeus Mozart, García Asensio tocó excelentemente y llevó en volandas, y a la vez con serenidad, el siempre fascinante discurso musical del salzburgués, bien asistido por el grupo con calidades cuartetísticas.
Dos virtuosas
Otro tanto sucedió en el Concierto brandenburgués, nº 6, de Johann Sebastian Bach, cuyas partes individualizadas fueron asumidas por dos magníficas discentes de viola: la intérprete polaca natural de Varsovia Katharzyna Duz (nacida en 1978) y la madrileña Virginia Domínguez (1982), dos verdaderas virtuosas de su instrumento.
Una voz tinerfeña, la del tenor Celso Albelo (Santa Cruz, 1975), movida por un inteligente criterio, mostró sus posibilidades oratoriales en el Recitativo y aria iniciales de El Mesías, de Händel. En la segunda parte del concierto, la Sinfonía en do menor, también conocida como Linz, nos envolvió en su hermoso carácter auroral del último y mejor sinfonismo mozartiano, verdadero "milagro inexplicable" como decía Goethe de la obra sinfónica terminal Júpiter. La respuesta de la audiencia puede y debe calificarse de entusiasta, de modo que "la propina", naturalmente mozartiana, no se hizo esperar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 24 de diciembre de 2002