¿Qué me han hecho los iraquíes para que yo les envíe bombas? ¿Qué hemos hecho, dirán ellos, para que España les ataque? Por más que busco, no tengo respuesta. Alguien de ese 13% de españoles que apoyan a Aznar en la guerra contra Irak tal vez me pueda explicar por qué les tenemos que enviar ese regalo envenenado. Como casi siempre, son otros, no los ciudadanos de a pie, los que hacen la guerra sin sufrir sus consecuencias.
Y mis derechos humanos, ¿dónde están?, ¿dónde está mi derecho a no matar, a no contribuir con mis impuestos en esa guerra que Bush y sus aliados están preparando? Reivindico mi derecho a no matar, a no colaborar económicamente en esa máquina más ofensiva que defensiva llamada OTAN.
No se extrañen, señores políticos, de que si ustedes siguen haciendo la guerra por su cuenta, al margen de la opinión mayoritaria de los ciudadanos, la desconfianza en nuestros representantes se eleve y el nivel de abstención en las elecciones siga aumentando.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 24 de diciembre de 2002