Un año más, el rey Juan Carlos hizo mención expresa en su discurso navideño al fenómeno de la inmigración. "Seamos cada vez más solidarios con aquellos que contribuyen a nuestro desarrollo y llegan a nuestro país en busca de mejores oportunidades económicas y sociales". Después, un recordatorio: "Vienen atraídos por nuestra cultura del respeto a los derechos de la persona y la seguridad jurídica de nuestro sistema democrático, valores que están llamados a disfrutar, respetar y asumir en un clima de fructífera convivencia".
Don Juan Carlos volvió a apelar a la unidad para hacer frente a los problemas. "Unidos no nos faltarán ni medios ni oportunidades para afrontarlos y superarlos". A partir de ahí comenzó un listado de sectores, colectivos y ciudadanos con serias dificultades. Primero pidió esfuerzo para ayudar a los drogodependientes; a los discapacitados, a los menores y a las mujeres que sufren abusos y malos tratos. El monarca elogió a los ciudadanos que tienen a su cargo a personas mayores, para quienes pidió respeto. También elogió a la "juventud generosa", presente en las ONG, "que en Galicia ofrece su esfuerzo personal". Su reconocimiento a las personas de mediana edad "con excelente formación y experiencia".
El Rey, en su mirada al mundo, consideró la cooperación internacional "indispensable" para reaccionar adecuadamente a problemas del propio país. El monarca recordó con elogios "la gran labor del servicio de la paz de las Fuerzas Armadas" españolas. Y también su constatación de que "por tercera vez España ha demostrado su capacidad y buen hacer al frente de la presidencia de la Unión Europea". La puesta en circulación del euro y el proceso de ampliación de la UE fueron resaltados por el Rey.
Don Juan Carlos se despidió asegurando que "la Corona seguirá trabajando con todo su empeño para aunar y aglutinar esfuerzos en beneficio de todos los españoles".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 26 de diciembre de 2002