El Madrid de la zona Centro perdió su encanto. Es una pena. Los pequeños comercios que daban sustancia a la ciudad hace tiempo que se venden, alquilan o mal transforman. Todo se limita a bares, frutos secos, almacenes o "todo a cien"... Por la calle..., personajes perdidos en no se sabe qué oscuras tareas... ¿Tan difícil sería fijar la actividad a la que se habrían de dedicar los distintos locales?
¿No es de inteligentes diseñar un plan para que en las zonas históricas de la capital se siga presentando un mosaico de ofertas al viandante; ofertas que deriven de nuestras tradiciones, de nuestras formas, de nuestro hecho cultural en sí, con un porcentaje racional abierto a la influencia de otras culturas, a lo nuevo?
No tiene sentido, no tiene gracia ni personalidad, y huele a moribundo y a muerto, el Madrid de los Austrias por el que en estos momentos paseo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 27 de diciembre de 2002