Leo su carta y me quedo consternado. Sepa usted que abriré inmediatamente una investigación sobre los hechos que me relata y que, como es evidente, exigiré responsabilidades.
Independientemente de que las normas sean unas y no otras, y que éstas admitan matices, retoques e incluso ser cambiadas, lo que nadie debe olvidar nunca son las buenas maneras y la delicadeza de trato del personal de este organismo con quienes -como es su caso- a él acuden solicitando un servicio. Es inadmisible que cosas así sucedan.
No le quepa la menor duda de que se tomarán las medidas oportunas. Y espero que tales hechos relatados por usted no vuelvan a repetirse. Quedo a su entera disposición.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 30 de diciembre de 2002