Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
CARTAS AL DIRECTOR

Un nuevo futuro educativo

La señora ministra se ufana en las páginas de EL PAÍS de que con su ley volverán a las aulas la autoexigencia y el esfuerzo.

Ha decretado el final del fracaso escolar. Mis alumnos se lo agradecerán eternamente. En cuanto se enteren de que han puesto una reválida se pondrán a autoexigirse como locos. Y a pedir plaza en los inexistentes centros privados del pueblo para que les preparen bien.

Todo un futuro optimista se abre para ellos. Serán los nuevos próceres del mundo. Dejarán de perder el tiempo ordeñando o echando de comer a los marranos por las tardes.

No volverán a ver Operación Triunfo soñando con que su vida se arregle mágicamente. Se

desinteresarán de querer ser Ronaldo. No volverán a preguntarnos para qué sirve estudiar.

No podré volver a decirles que aprender es ser, valga o no valga. Y seguro que hasta me prometerán dejar las pastillas los fines de semana.

Y yo que pienso que el reverso de ese fracaso escolar, ese 75% de éxito escolar, es un milagro en este mundo veloz de consumidores sumisos, inmigrantes sin papeles, marketing social. Que esa marea de jóvenes cooperantes contra el chapapote nos pone en nuestro lugar a los adultos apocalípticos.

En fin, si te preguntas, lector, por qué escribo ahora estas líneas tan ácidas y tan tristes es porque yo lo estoy a mi vez. Mis alumnos acaban de empezar sus vacaciones. No puedo oír sus risas llenando los pasillos en los cambios de clase. ¿Qué voy a hacer sin ellos hasta enero?

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 30 de diciembre de 2002