El Papa aseguró ayer que la verdad, la justicia, el amor y la libertad son los pilares sobre los que ha de basarse una paz duradera en cualquier circunstancia y lugar y se mostró convencido de que es "posible y obligatoria", aunque no citó expresamente a Irak. Juan Pablo II abrió con este discurso su agenda de actividades de 2003 con la presencia en la Basílica de San Pedro para celebrar con una misa solemne la Jornada Mundial de la Paz, tras lo cual, a mediodía, dirigió el rezo del Angelus desde sus dependencias en el Vaticano.
En la homilía en San Pedro, el Pontífice partió del recuerdo de la encíclica Pacem in Terris, de Juan XXIII, de cuya publicación en 2003 se cumplirán 40 años. El beato Juan XXIII escribió aquella encíclica en un contexto de guerra fría, cuando la amenaza de un conflicto nuclear era clara, como se encargó de recordar ayer Juan Pablo II, para quien la enseñanza de aquel texto "se mantiene actual". "Hoy, como entonces, a pesar de los graves y repetidos atentados a la serena y pacífica convivencia de los pueblos, la paz es posible y obligatoria. Es más, se trata del bien más precioso que pedir a Dios", dijo.
Por eso defendió que todos los seres de buena voluntad contribuyan a la paz con su esfuerzo y con gestos concretos y, en un momento de su intervención, aludió expresamente al conflicto de Oriente Próximo. "Es urgente la búsqueda de una solución positiva de ese conflicto fratricida e insensato, que desde hace demasiado tiempo ensangrienta a la región", dijo.
En la basílica, el Pontífice se limitó a leer la homilía y a presidir los ritos, que fueron concelebrados por el cardenal secretario de Estado, Angelo Sodano, y varios representantes de la Curia vaticana. Juan Pablo II ya ofició en la tarde del 31 de diciembre una misa Te Deum y, tras la medianoche, celebró misa en su capilla privada. A mediodía de la primera jornada de 2003, el Papa se asomó a un balcón de su residencia en la Plaza de San Pedro para dirigir el rezo del Angelus, saludar a los numerosos fieles en italiano, inglés, francés, alemán, castellano, portugués y polaco y desear a todos un feliz año.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 2 de enero de 2003