Carlos Rodríguez Braun, en su carta del pasado 31 de diciembre, comenta críticamente un articulo que yo no he escrito. Pretende que mi columna del 28 de diciembre se apoya en "pseudoargumentos" y "presuntas verdades económicas", cuando se limita a reproducir datos que proceden en su totalidad de la Administración norteamericana o de investigadores de dicho país; que pido una movilización contra el "vesánico imperialismo" de EE UU, cuando sólo anoto algunos de los muchos comportamientos regresivos y perturbadores del Gobierno de Bush -hostilidad al Tribunal Penal Internacional, al Protocolo de Kyoto, protección al contrabando en la Unión Europea de los grandes fabricantes norteamericanos de tabaco, etcétera- y ni cito ni me refiero a imperio alguno, ni vesánico ni aterciopelado; atribuye a mi "fanático mercantilismo" -sorprendente atribución- la creencia, que en absoluto es mía, de que "importar es supeditarse", cuando lo único que hago es recoger la preocupación del National Energy Policy Development Group sobre cómo asegurar y diversificar las fuentes de suministro de petróleo a Norteamérica. Finalmente, me acusa de diabolizar a Estados Unidos, cuando mis críticas van siempre dirigidas a su Gobierno, y nunca al país.
Es posible que en algunas ocasiones la exigüidad de una columna o la perversión metonímica de la designación de las entidades nacionales en lugar de sus políticas o sus estructuras gubernativas haya podido inducir a error. Por ello aprovecho esta ocasión para reiterar lo que ya he manifestado en otros momentos en este diario, de mi admiración por ese gran país que es Estados Unidos de América, que me viene de los años que en él pasé, en los que pude apreciar los numerosos aspectos encomiables de su realidad social y cotidiana.
Por lo demás, persisto en afirmar que la lucha contra la guerra, la corrupción, la desigualdad, así como las acciones en favor de la paz y la decencia que el señor Rodríguez Braun considera "bobadas" son, a estas alturas de mi viaje personal, las únicas razones que me ayudan a seguir en él.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 3 de enero de 2003