La primera batalla campal del año 2003 en la fracturada Venezuela se libró ayer cerca del Fuerte Tiuna, sede de la comandancia de las Fuerzas Armadas. Chocaron manifestantes de la oposición y oficialistas y la Guardia Nacional y policías militares y metropolitanos cargaron con gases lacrimógenos, perdigonazos y porras. Resultaron heridas cerca de treinta personas. Dos recibieron balazos efectuados por tiradores todavía no identificados. El presidente Hugo Chávez no descartó recurrir al estado de excepción para desactivar la huelga.
MÁS INFORMACIÓN
La Fiscalía General, por su parte, amenazó con actuar contra los dirigentes opositores que convocaron a la desobediencia tributaria, entre ellos los presidentes de la mayor central obrera, la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), Carlos Ortega, y del sindicato de empresarios, Fedecámaras, Carlos Fernández. "¡Ni un bolívar más para Chávez!". Casi al mismo tiempo, César Gaviria, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), admitía que no hay acuerdos de sustancia en la mesa de negociación que preside, ni menos sobre el referéndum consultivo del día 2 de febrero. El Gobierno lo rechaza en los términos en que está planteado. "Este punto acabará zanjándolo el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ)".
La masiva marcha opositora de ayer, bautizada como "la gran batalla", arrancó desde varios puntos de Caracas para confluir en los accesos de la sede militar, donde permanece detenido desde el lunes el general de la Guardia Nacional Carlos Alfonso Martínez, acusado de participar en el golpe del 11 de abril contra el presidente, Hugo Chávez. Fuentes oficiales dijeron que la manifestación estaba prohibida. La oposición dijo que había sido autorizada por la opositora alcaldía de la gran Caracas.
El chavismo había convocado a otra concentración en exigencia de cárcel o mano dura para el grupo de 150 jefes y oficiales rebeldes de la plaza de Francia, los dirigentes que llamaron a la desobediencia tributaria y los ejecutivos de Petróleos de Venezuela (PDVSA) que bloquearon las principales instalaciones de la estatal poco después de comenzar el paro general del 2 de diciembre. Cientos de manifestantes oficialistas salieron al paso de los opositores a primeras horas de la tarde, estableciendo barricadas para impedirles el paso. La manifestación a favor de la huelga general rompió un cordón policial y continuó su avance por la avenida de los Ilustres con banderas, pancartas y gritos contra Chávez. Enmascarados o con espejos para cegar a las cámaras de televisión, los más violentos del bando contrario lanzaron piedras o dispararon cohetes pirotécnicos o artefactos explosivos caseros sobre la multitud que se encaminaba hacia Fuerte Tiuna. El cruce de piedras y palos fue intenso y una brigada de motos de la Guardia Nacional, junto con policías metropolitanos intervinieron. "La Guardia Nacional actuó con una de cal y otra de arena", según el negociador de la oposición Américo Martín.
Pero no todo fueron perdigonazos, gases y pedradas. La mayoría de los venezolanos tiene armas en casa y, en un momento dado, alguien abrió fuego real. "Estábamos tirados en el piso, y nos disparaban, No sé de dónde vinieron los tiros", dijeron algunos periodistas atrapados en el ojo del huracán. Chavistas y antichavistas se tiraron al suelo. El herido más grave fue un trabajador de Protección Civil de 23 años, que recibió un balazo en el abdomen. "¡No tenemos miedo, no tenemos miedo!", gritaban los opositores, a quienes no amilanaron los gases lacrimógenos. Pedían la libertad de Martínez, quien no tiene mando en las tropas. "¡No permitiremos el golpe petrolero!", respondían los manifestantes gubernamentales. ¡Fascistas, fascistas!
El paro petrolero ha causado pérdidas superiores a los mil millones de dólares. Hugo Chávez no descarta medidas de excepción. "Estaría obligado a hacerlo", declaró a la prensa. "Para proteger al pueblo, el orden público. Estoy obligado a proteger la seguridad, la soberanía y la defensa del país, así que si me obligan, pues yo tendré que hacerlo, esperemos que no".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 4 de enero de 2003