Un grupo de personas, la mayoría prejubilados gallegos, estuvimos de voluntarios en la Costa da Morte, concretamente en la playa de Barrañán, sacando fuel y en convivencia con otros voluntarios.
La experiencia fue muy gratificante, convivimos con otras 65 personas, casi todos jóvenes, la mayoría gallegos, pero también de Cataluña, Euskadi, Valladolid, Madrid, Granada, checos, bretones, de Canadá, etcétera. Es sorprendente la actitud de toda esta gente, que por simple interés ecológico y solidario se desplacen desde tan lejos sin que la Xunta y el Gobierno central faciliten su llegada, y con los gastos y molestias que esto supone y trabajando en unas condiciones muy deficientes, como es el dormir en el suelo en un polideportivo, comer poco más que un bocadillo, trabajar en ambiente sucio y maloliente y, pese a todo, mantener un magnífico compañerismo y realizar un trabajo eficiente -un día llegamos a sacar más de 40 toneladas de fuel, que estaba como una capa de asfalto blando debajo de la arena-. Y este trabajo se hacía sin coordinación técnica y esperando continuamente por las palas mecánicas.Todos hacíamos el trabajo y el horario que nos automarcábamos, que era el normal de cualquier empresa.
Yo desde aquí, un poco emocionado, quisiera darle de todo corazón las gracias a todas estas personas anónimas, fundamentalmente las que vienen de fuera, porque para los gallegos considero que es nuestro deber. Al mismo tiempo, me gustaría mostrar mi total rechazo por la actitud del Gobierno central, no sólo por sus clamorosos errores desde que se produjo la avería del barco, y que se deberían pagar con la cárcel de los responsables, sino también por el desprecio que mostró con Galicia y su total ignorancia de lo que es el mar y su gente.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 4 de enero de 2003