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CARTAS AL DIRECTOR

El euro y la peseta

Hace un año que venimos utilizando el euro como moneda y dejamos "de lado" a nuestra querida peseta; y reflexionando sobre el asunto, como ciudadano de "a pie" que soy, trato de hacer un balance de lo que ha supuesto para mí este cambio.

Un encarecimiento considerable de los precios al haberse, lógicamente, hecho redondeos al alza en todos los órdenes, pues en España estábamos acostumbrados a que los precios fueran 25, 50, 75 o 100 pesetas y ahora tratamos con el euro de hacer lo mismo (un guardarropa antes valía 100 pesetas por prenda y ahora vale un euro, ¿lógico?).

Me dijeron que cuando saliera al extranjero no tendría que "cambiar moneda" y eso era muy bueno... Pero, como casi la mayoría de los españoles, yo no he salido al extranjero (soy un ciudadano de "a pie"), y lo que antes tenía que hacer sólo los 10 días que salía al extranjero cada cuatro o cinco años, ahora lo tengo que hacer diariamente un montón de veces.

Y, finalmente, tampoco ha valido para unificar las monedas de toda Europa, porque cada país tiene las suyas propias, aunque sea sólo el reverso, con lo cual el "privilegio de acuñar moneda" sigue existiendo.

¡Querida peseta, cuánto te echo de menos!

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 7 de enero de 2003