El tiempo era desapacible. Llovía y el viento soplaba con fuerza, pero la solidaridad con los damnificados por la catástrofe del Prestige le ganó la batalla a la pereza. El Museo Chillida-Leku de Hernani había anunciado que destinaría íntegramente el dinero que recaudase ayer, día de Reyes, por la venta de entradas a iniciativas para paliar los daños causados en Galicia por la marea negra causada por el hundimiento del petrolero. Su propuesta no tuvo una respuesta masiva, pero sí importante para un día como el de ayer. Unas 300 personas visitaron el museo -apenas unas 50 suelen hacerlo en las jornadas de lluvia- y dejaron 1.800 euros para los afectados.
"Es una pena, porque con buen tiempo habría venido mucha más gente", se lamentó Luis Chillida, hijo del escultor donostiarra, fallecido el pasado agosto. "En todo caso, se ve que hay personas solidarias a pesar de la lluvia", agregó.
El Chillida-Leku, espacio al aire libre donde reposan los restos del artista, y la Federación de Casas Regionales de Guipúzcoa habían programado una jornada repleta de actividades. A la entrada, una barra improvisada de empanadas gallegas, lacón y pulpo, ya advertía de que se vivía un día especial. "Queríamos mostrar nuestro apoyo a Galicia", dijo Luis Chillida, quien se sumó a la iniciativa acompañado por su esposa. "Quien sabe; quizá dentro de unos días tengan que solidarizarse con nosotros", agregó tras comer algo de pulpo y pagar religiosamente su entrada.
En el exterior, los niños del grupo Trisquele de la Casa de Galicia de San Sebastián bailaban bajo un toldo improvisado, al ritmo que marcaban los gaiteros, mientras los integrantes del grupo Hego Ipar Meaka Euskal Dantza Taldea de Irún se preparaban para desafiar a la lluvia y hacer una exhibición de danza.
El público les observaba y admiraba bajo su cobijo. Pocos se atrevieron a caminar por los terrenos del museo para contemplar las esculturas de hierro de Eduardo Chillida.
Sí hubo más gente, aunque tampoco mucha, que abrió sus paraguas y caminó al caserío Zabalaga, donde se expone la obra sobre papel y las creaciones escultóricas de menores dimensiones del artista.
El Chillida-Leku acogió fundamentalmente a ciudadanos de Donostialdea, pero no sólo personas de origen gallego, sino también otras sin ningún vínculo afectivo con las zonas afectadas por el vertido del Prestige que quisieron dejar claro su apoyo a los afectados. "En este país tenemos nuestra losa y, cada vez que pasa algo, cada vez que hay un atentado, la gente nos da muestras de que está con nosotros", decía Joseba. "En la práctica no sirve para nada, pero moralmente lo es todo. Ahora nos toca hacerselo sentir a los gallegos".
Joseba participaba del folklore de esa región, de los bailes y de la música de los gaiteros. Entre ellos, Xabi, hijo de inmigrantes gallegos, quien conoce bien la Costa da Morte, ahora ennegrecida por el chapapote. "Hay que agradecer a los voluntarios que dedican su tiempo a limpiar las playas". Él se muestra apenado por no poder ir. Le reclaman sus estudios, pero observa con preocupación el acercamiento de las manchas al Golfo de Vizcaya.
El mal estado de la mar, que amenaza con llevar el chapapote de nuevo hacia el litoral vasco, impidió ayer que los dos barcos que zarparon el domingo de Bermeo (El Rey Pescador y el Mater) pudieran experimentar un nuevo sistema de recogida de fuel, según la comisión del Gobierno que sigue la catástrofe. Ambas naves tuvieron que amarrar en Santander, a la esperade una mejoría climatológica. Todo el operativo dispuesto para realizar dichas labores, en las que iban a participar seis embarcaciones, tuvo que suspenderse.
La actual metereología inquieta mucho. La "mala mar", advirtió ayer la citada comisión, puede provocar la llegada en las próximas horas a las costas vascas de nuevos restos del fuel vertido por el petrolero en su primer impacto en diciembre. El galipó soterrado o revuelto en la arena podría salir a la superficie. Por eso se mantuvo ayer el dispositivo de limpieza en las playas. En todo caso, la mayor preocupación está en la gran mancha de hidrocarburo existente al norte de Cantabria y que podría llegar a la costa vasca los días 8 y 9, si soplan vientos del oeste y del noroeste, tal y como se espera.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 7 de enero de 2003