Cumple cincuenta años, y va a ser concejal casi al mismo tiempo que abuela de la niña a la que casó en el Escorial. Es agradable, es muy femenina: quiere ocuparse de asuntos sociales. Una ocupación de mujeres para los conservadores y los que aprendieron en la Sección Femenina de Falange. Ha visitado ya cárceles: va a tener mucho trabajo porque su marido las va a llenar de pequeños y grandes delincuentes, según sus leyes consecutivas, que tanto le envidian los que aún se llaman socialistas, con tendencia a la socialdemocracia. A mí me gusta esta dama, que por ser presidenta consorte es Primera Dama: de la Reina, como es protocolario en Madrid, villa y corte. A mí me gusta más la Trini, por cuestión de casticismo: también los de Madrid tenemos derechos a nuestro lenguajillo. Los augustos señores de su partido le quitaron en la foto la chupa de cuero, para que no fuera demasiado moderna. Anda por la treintena: es moderna. Ah, la otra dama es Esperanza Aguirre: tiene gracia, o hace gracia, y quiere ser la sucesora de Gallardón. Ya veremos.
Lo que me fastidia de la cuestión de Ana-Gallardón es el teatro. El tiempo que ha tardado en dar el "si" al pretendiente a alcalde, y las torpes palabras de éste cuando dio las gracias a Ana y dijo "ella sabe por qué": jamás se lo hubiera dicho yo a una señora casada, y menos con la fama de pinturero que tiene Alberto. Bueno, no hay sospechas: ella es muy católica -no sé si del Opus- y muy conservadora.
Los misterios: nadie sabe por qué Alberto R.-G. deja la presidencia de esta Comunidad importante para aspirar a ser Alcalde, ni por qué Ana -Botella, como llamaron los madrileños a un rey, a José Bonaparte: Pepe Botella. Por cierto, era abstemio- se queda en concejal, que apenas es nada. Ni por qué el paripé, el baile de las dudas. Deben ser preocupaciones por el futuro. Para el día en que ella llegue a Presidenta: y Alberto, a presidente. No lo verán mis ojos.
¿Favorece o perjudica a la candidatura la presencia de Doña Ana? Ellos creen que favorece. Yo creo que le perjudica. Alberto me dijo un día "No encontrarás en mi partido nadie más a la izquierda que yo". Tampoco lo voy a buscar. Esa baza la ha perdido con Ana, precisamente cuando una vaga izquierda se va diseñando en el horizonte: urbano y nacional. Y el PP, realmente, es una pejiguera.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 10 de enero de 2003