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Crítica:

Deber humano

La liberación, el placer o el camino recto son los objetivos que la tradición de la India señala al hombre. Sobre ellos ha basado sus cuentos Vikram Chandra.

Con sólo dos libros hasta la fecha, Vikram Chandra se ha convertido en uno de los grandes fabuladores de la India actual. Tanto en Tierra roja (Siruela, 1996) como en éste ha demostrado una deslumbrante capacidad para urdir historias, que entresaca a partes iguales de su capacidad de observación y de su poderosa imaginación. Su curiosidad socio-histórica o mitológica no tienen límites: un mono gramático, un estudiante indio en Estados Unidos, unos mercenarios blancos en la revuelta india del XIX, damas de la alta sociedad que pugnan por la supremacía, artistas enamorados de matones, jugadores de críquet, un episodio ocurrido durante la época de dominación mongola o la bullente vida de las estaciones de tren indias, todo esto y mucho más cae desde los cuentos de Vikram Chandra como lluvia monzónica en los campos sedientos del lector. Una feracidad al servicio de un plan, el de mostrarnos una por una las piezas del puzle de la India, no del caos.

AMOR Y AÑORANZA EN BOMBAY

Vikram Chandra Traducción de Esther Monzón y Dora Sales Espasa. Madrid, 2002 330 páginas. 16,83 euros

Las cinco narraciones de Amor y añoranza en Bombay se titulan como los objetivos que las escrituras tradicionales de la India señalan como propios del hombre: dharma (el camino recto), artha (los recursos materiales), kama (el placer o deseo) y moksha (la liberación). Vikram Chandra, sin embargo, hace una significativa modificación al sustituir este último por otros dos: shakti (energía femenina) y shanti (beatitud, paz), con lo que muestra que el fin de sus historias no es expulsarnos del tiempo arrinconándonos confortablemente en algún cielo, sino abrirnos nuevas puertas para el conocimiento y el disfrute de los dones terrenales. Vikram Chandra cree en la complejidad del mundo, no en las promesas de la disolución ultramundana. Y, como demuestran estos cuentos, cree en algo más: en que detrás de todo, hasta de lo más anodino, hay un misterio que resolver. Por eso quizá su mejor historia es Kama, que protagoniza el detective Sartaj Singh, el cual sabe que la mejor lupa para interpretar las pistas es la melancolía, que desenfoca para ver mejor, y que los casos no se resuelven aunque se resuelvan porque las explicaciones omnicomprensivas y cerradas pertenecen a épocas pasadas de confianza en el Todo. También es inolvidable el primero de los cuentos, Dharma, en el que un fantasma aterroriza a un general que parecía inmune al sufrimiento y al miedo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 11 de enero de 2003

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