Jesús Gil, el presidente del Atlético, pidió ayer perdón a Carreras, Otero y Santi, a los que había despreciado -"no dan la talla", dijo-. Lo hizo a la cara, como se lo habían exigido Paulo Futre, el director deportivo, y Luis Aragonés, el técnico. En realidad, ya se había disculpado por teléfono, pero ayer lo hizo ante la plantilla, en el vestuario.
"Les he reconocido que me equivoqué y que lamento haberles hecho daño, a ellos y sus familias", explicó Gil. Los afectados le respondieron que les ha perjudicado y que ha tirado por los suelos a su propia plantilla. La puesta en escena fue fría. En ella también estuvieron Luis y Futre. Gil aseguró luego a los periodistas: "Intentaré no volver a hablar".
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"Me fastidia que se pierdan contratos por caer derrotados. Así de sencillo", trató de justificarse Gil, que insistió en su teoría favorita, la de "la intoxicación por parte de algunos medios" y concluyó: "Desde ahora los profesionales se dedicarán a su parcela y yo a la mía".
Gil también destacó el papel mediador de Miguel Ángel Gil Marín como consejero delegado del club: "Tengo un hijo superdotado".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 12 de enero de 2003