Si a día de hoy, recién iniciado el año 2003, tuviéramos que elegir el personaje del año, éste sería sin lugar a dudas el nuevo presidente de Brasil.
En lo que va de año, Lula ha tomado tres decisiones enfocadas claramente a los más desfavorecidos en la escala social brasileña, como son la parada del proyecto de adquirir unos cazas valorados en miles de millones, la entrega de títulos de propiedad de las favelas a sus habitantes y, por último, involucrar al Ejército en la distribución de alimentos y arreglo de infraestructuras básicas. Ésta sí es una guerra que hay que ganar, la de la injusticia y el hambre.
Le doy las gracias a Lula por estas acciones, en las que demuestra un talante y una sensibilidad muy distinta a la de los gobernantes que he conocido hasta ahora.
Ahora cada día voy al quiosco con la ilusión de leer en el periódico la nueva idea, la nueva acción que ha puesto en marcha. Ha conseguido ilusionarme de nuevo en ese sueño que sería un mundo sin hambre, guerras ni desigualdades. Suerte para usted y para los millones de brasileños (y no brasileños), que la necesitan.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 14 de enero de 2003