Escribo esta carta por los discapacitados, que tienen dificultades con escaleras y rampas empinadas. Pido que pongan más rampas, no tan empinadas, y las pocas que hay que sean respetadas, porque hay coches, motos que no dejan pasar. Esto también vale por los carritos de bebés. Si todos las respetamos tendríamos más facilidad en la vida.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 15 de enero de 2003