La ciencia no se enseña como un saber humano, parece más algo de marcianos o de robots. Nada más lejos de la realidad. Detrás de un descubrimiento científico existe una idea maravillosa, pero unida a ella siempre hay sentimiento, belleza y armonía. Si eso se consiguiera transmitir a los alumnos la ciencia ocuparía el lugar que se merece, formaría más parte de la vida.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 15 de enero de 2003