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El motor de la integración europea

El anuncio realizado anoche en París constituye un nuevo éxito de la pareja franco-alemana tres meses después de la cumbre de Bruselas, a la que los dirigentes franceses y alemanes llegaron con un acuerdo bajo el brazo sobre la reforma de la Política Agrícola Común (PAC). Una sorpresa general que provocó, en su momento, el enfado del primer ministro británico, Tony Blair, y la posterior suspensión de una cumbre bilateral franco-británica.

El pacto cerrado en el palacio de El Elíseo permite, sobre todo, a París y Berlín abordar unidos los debates en el seno de la Convención sobre el futuro de Europa, de la que debe salir la Constitución europea en 2004.

Con dos presidentes al frente de la futura UE, Francia y Alemania pretenden trasladar al conjunto de Europa un modelo que recuerda inevitablemente al la cohabitación, ya liquidado en Francia tras muchos años de servicios a un país que estaba políticamente muy dividido. Habrá quien encuentre alguna similitud entre ese panorama nacional de fragmentación, que Francia resolvió con sucesivas cohabitaciones -entre presidentes y primeros ministros- y las considerables divergencias de intereses en la Europa ampliada.El presidente de la Convención sobre el futuro de Europa, Valéry Giscard d' Estaing, francés al fin y al cabo, lo había dejado claro en el artículo publicado ayer en EL PAIS: si se privilegiaba al Consejo de jefes de Estado y de Gobierno, el sistema podía plantear problemas; pero si se concentraban todos los poderes de la UE en la Comisión, el consenso de los Estados miembros estaba en el aire. Anoche, en el palacio de El Elíseo, se decidió pactar y repartir, ya se verá con qué eficacia real.

Francia y Alemania reclaman así su papel de líderes de Europa, el motor de la integración de la UE. Además de su contribución a las tareas de la Convención Europea, la negociación bilateral responde a los preparativos de una declaración conjunta prevista para el próximo día 22, con motivo de la celebración solemne de los 40 años del Tratado de El Elíseo.

Esa pieza diplomática fue una referencia para la primera Comunidad Europea de seis miembros y continuó siendo clave en las sucesivas ampliaciones. Y aunque las relaciones entre Chirac y Schröder distan de ser las que en su momento animaron a De Gaulle y Adenauer, o a Mitterrand y a Kohl, todo parece indicar que las celebraciones de la semana próxima se harán sobre la base de una nueva declaración franco-alemana, destinada a convertirse en referencia para la Europa de 25 miembros.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 15 de enero de 2003