Nuestros gobernantes viven empeñados en castigar aquello que no han sabido educar. No nos dan valores de tolerancia, respeto a las diferencias, igualdad de género,... Tan sólo nos enseñan sus dientes para tratarnos como criminales de vocación. No cuestiono que quienes asesinan, sean cuales sean sus motivos, miedos, iras,..., no merezcan ser apartados de la sociedad durante un tiempo, para instruirles en aquellos principios básicos que deberían regir la humanidad. Pero si exigimos humanidad debemos mostrar al menos resquicios de ella y preguntarnos por qué es capaz de robar una vida por motivos ideológicos y cuestionar nuestra parte de culpa. Tal vez considerar tres faltas como delito no sea una mala idea pero tal vez sería mejor evitar una segunda, habiendo sido detectada ya la primera. No creo en la efectividad de los planteamientos del Ministro de Interior. Cuando un energúmeno, con perdón, esta propinando una paliza no pienso que se plantee si va a estar 40 o 30 días entre rejas. ¿Y si buscamos porqués? Si sendos ministros de nuestro régimen democrático se creyesen eso de que el pueblo es quien manda y para quien trabajan, puede ser empezarían a tratarnos con respeto y obviarían apartarnos como despojos cuando ellos fallan.
¿Los responsables que han permitido el atentado contra el mar Cantábrico supongo qué serán juzgados como terroristas? ¿o seguiremos juzgando por colores...?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 17 de enero de 2003