Una de las primeras consecuencias que ha tenido el censo realizado el año pasado en Rusia ha sido el descubrimiento de que en Vladivostok, puerto del extremo oriente del país y capital de la provincia de Primorie, vive el hombre que seguramente es el más anciano del planeta. Se trata de Afanasi Tarásov, quien ayer cumplió 116 años. Tarásov, a quien durante su larga vida no le interesó la política, nunca había sido centro de la atención de las autoridades, pero ayer recibió a representantes del poder local en su pequeño apartamento, que le llevaron flores y una manta en nombre del gobernador de Primorie, Serguéi Darkin, y un telegrama del ultranacionalista Vladímir Zhirinovski, líder del Partido Liberal-Democrático. Tarásov ha llegado a los 116 años con la mente clara -recuerda que dejó de fumar en 1920 y asegura que se emborrachó por última vez en 1922- y relativa buena salud, aunque ya no puede leer debido a su mala vista y no oye bien. Nació en la provincia de Rostov, en el sur de Rusia, y cuenta que en su niñez y juventud vivía en la pobreza, no tenía zapatos y se alimentaba de lo que encontraba, principalmente hierbas y tubérculos. Pero la mayor parte de su vida la pasó en el extremo oriente ruso, donde trabajó de albañil. Allí se casó y vivió 60 felices años con su esposa Aleutina, que murió hace una década. Su cumpleaños Tarásov lo festejó con su hijo Oleg, de 70 años, su nieto Nikita, de 45, y su bisnieto Alexéi, de 24.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 18 de enero de 2003