La inauguración ayer del Año Judicial en Italia se convirtió en una demostración del descontento de la magistratura con las medidas adoptadas por el Gobierno de Silvio Berlusconi y la reforma de la Justicia que se proyecta. Muchos jueces se presentaron a las ceremonias con la Constitución en la mano, aludiendo a los supuestos atropellos que está sufriendo la Carta Magna en esta legislatura. En varias ciudades se organizaron corros de protesta en defensa de una justicia que, según el representante del Poder Judicial de Roma, es "un enfermo terminal".
Por segundo año consecutivo, los jueces italianos utilizan esta ceremonia para mostrar el profundo descontento y la desconfianza que les inspira el Ejecutivo de centroderecha, decidido a separar completamente las carreras de juez y fiscal, para colocar a éstos bajo el control del Ministerio de Justicia. La de ayer, llamada Protesta de la Constitución, anunciada hace días, mereció un comentario previo de Berlusconi. "Los jueces deben recordar que la propia Constitución dice que hay que administrar la justicia en nombre del pueblo y no de una parte", dijo.
El ministro Castelli, que asistió al acto celebrado en Milán, intentó tender una mano a los jueces subrayando en su discurso que más allá de las diferencias que les separan, lo "que une a todas las partes es el juramento de la Constitución". Castelli invitó al poder judicial a "no enrocarse" en sus posiciones. En Roma, el abogado general del Tribunal de Apelación (el cargo de fiscal general está vacante), Carmelo Renato Calderone, hizo un discurso pesimista sobre el estado de la Justicia italiana que ha vuelto a caer, dijo, "en el foso de las espantosas tardanzas, las esperas enervantes y decepcionantes de las prescripciones".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 19 de enero de 2003