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DE LA NOCHE A LA MAÑANA

Almas de destrucción masiva

Lo mismo en Fallas los gobiernos europeos que cuentan recuperan finalmente la cordura dejando al chaval de los Bush con el culo al aire y a nuestro presidente como el único dispuesto a ponerle el dodotis

En la portada

La natural modestia de Josemari Aznar, todavía presidente del Gobierno, le ha llevado a colocar a Botella de Aznar como tercera cabeza de lista electoral en las municipales madrileñas, de manera que nos encontramos con el demonio de la paridad. Pasando de la parafernalia mediática a cuenta de una eventual concejalía de asuntillos sociales, se ve que algún asesor -al que Anota odiará de por vida- ha considerado que colocarla de segunda era ofensivo para ella y peligroso para el candidato principal, ponerla de cuarta era una afrenta sin nombre para dama tan singular, y situarla directamente en la pole position planteaba el problema de qué hacer con el permeable Alberto Ruiz. Así que el número tres, tan cabalístico como misterioso (uno más uno suman dos, pero ¿a santo de qué dos más uno hacen tres?) era el más indicado para una señora de mucho rosario de prêt-à-porter que acabará por fundirse al uno, al dos y al tres de una tacada a poco que la dejen.

Almoneda sanitaria

Hace unos días la planta de endocrinología del Hospital Clínico de Valencia estaba repleta de enfermos pulmonares, como es natural cuando el frío topa con la pandemia de nuestro sistema sanitario, y allí pasaban los primeros días del año una señora diagnosticada de cirrosis hepática, otra que estaba a la espera de una resonancia que ya le hicieron dos días atrás y que no entendía a santo de qué estaba todavía ingresada, y otra con una neumonía sin complicaciones que en la semana que permaneció allí a causa de su afección moderada asistió al óbito de no menos de tres ancianos víctimas de enfisema de mucho cigarrito. El desorden circunstancial de los turnos de guardia -pero hay que entender qué cosa es eso- al concluir las vacaciones se mezcló con la dificultad de los facultativos para atender al mismo tiempo la planta de neumología y la de endocrino plagada de neumas neumológicas. ¿El resultado? Una experiencia de las que quitan la respiración.

Destrucción de masas

Todo parece indicar que Estados Unidos se considera la única nación sobre la tierra con derecho a soliviantar con arsenales de ese tipo de armas que se llaman de destrucción masiva, seguramente en la confianza de que llegado el caso sabrían utilizarlas con la ejemplar resolución con la que liquidaron Hiroshima. Por otra parte, que viene a ser casi lo mismo, la proliferación de ejecuciones en muchos de esos estados tan unidos lleva a considerar que sus gobernantes ya utilizan la destrucción masiva contra los sectores más desfavorecidos de sus ciudadanos, aunque de una manera que une la contundencia irreversible con la selectividad. Es una tontería, pero aún no está demostrado que las atrocidades ordenadas o propiciadas o aconsejadas por un tipo como Henry Kissinger sean menos punibles que las que se atribuyen a un sujeto como Sadam Husein.

Todos a la cárcel

Ya que el Gobierno no puede encarcelar al chapapote y que ni siquiera puede recogerlo como es debido, va y la emprende contra la delincuencia según una furiosa batería de medidas (en las que, por cierto, no se menciona para nada los milagros de ingeniería financiera de Josep Piqué o de Naseiro, por ejemplo), dirigidas mayormente contra el terrorismo y contra el minorismo del carterista que verá convertida su falta en delito si cuatro sisas consecutivas le reportan más de una docena de euros. De paso, para no convertir los páramos del país en una colonia carcelaria, se añade que los inmigrantes serán expulsados en cuanto les pillen afanando lo que no les pertenece. Y, encima, el Jefe que trama su Ausencia asegura que no existe ninguna coartada social para el delito de menor cuantía. Se ve que nunca ha dormido bajo cartones de embalaje en las afueras de los jardines de Moncloa.

Todos a Alicante

Lo mismo va y es cierto que la hendidura cenital del Puig Campana ejerce una atracción irresistible sobre nuestros precursores, los extraterrestres, y sus numerosos seguidores, porque de otro modo no se entiende la pulsión de CCC (Cursos de Cultura por Correspondencia), de profesión sus consorcios y sus socios, en su fiera determinación por trasladar al abrigo de Santa Bárbara la Ciudad del Cine y la del Audiovisual, la Filmoteca y el Instituto Valenciano de Cinematografía, todo a la sombra de una agua amarga y escasa (Berlanga, Berlanga, ¿por qué abandonaste el feroz villancico final de Plácido?) y una Terra Mítica que está terminando con los modestos ahorros de los esquilmados impositores de las Cajas. Pocos de nuestros gestores culturales superarían el casting televisivo para fingir en pantalla la profesión de la cultura gestionada.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 20 de enero de 2003