Vicente del Bosque, el técnico del Madrid, mucho más locuaz que de costumbre, se lamentó exclusivamente del resultado. Luis Aragonés, el del Atlético, casi ronco, prefirió centrar sus desacuerdos en el juego de su equipo. Ninguno de los dos estaba satisfecho. Cada uno, por un motivo distinto, descendió las escaleras del Bernabéu con un regusto desagradable en la boca.
"Parece imposible que hayamos empatado", dijo, muy molesto, Del Bosque. Luis no estuvo de acuerdo: "El resultado es justo, aunque un empate no me sirve para nada". El veterano técnico también dedicó una parte de su discurso a los lamentos: "Nosotros, cuando íbamos ganando y se quedaron con diez, no supimos ni tocar el balón ni machacar a un Madrid que estaba muerto".
Del Bosque alabó a sus jugadores hasta la hipérbole: "Estoy encantado porque superamos una situación muy difícil a base de generosidad y de hacer más grande la profesión del futbolista".
Luis prefirió recordar machaconamente que sus futbolistas habían perdonado: "Cuando vas ganando y, además, ellos están con uno menos, hay que tocar la pelota muchísimo más, llevar el ritmo del balón. Cometimos errores por nerviosismo y así llegaron sus goles".
"Hemos sabido jugar en inferioridad y a través de un buen fútbol", subrayó Del Bosque. "Me ha gustado más la mentalidad del equipo cuando nos hemos quedado con diez", coincidió con Luis.
Del Bosque desveló que su airada reacción a la expulsión de Helguera, que le costó una tarjeta amarilla, había sido un movimiento calculado: "Estaba tranquilo y reflexivo estudiando la situación del encuentro. Pensé que hacer eso era lo mejor".
Luis concluyó reconociendo que la aportación de Torres había sido mucho menor de la esperada: "Si hoy hubiese sido el mejor, como ante el Villarreal o el Deportivo en la primera parte, hubiese puesto algún gol más".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 20 de enero de 2003