Cerca de ocho millones de cubanos con derecho a voto pasaron ayer por las urnas para ratificar, más que elegir, a los 609 diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento) y 1.190 delegados de las Asambleas Provinciales, en unas elecciones que el Gobierno planteó como un "voto por la revolución y el socialismo" y la disidencia ha considerado una "farsa".
Según datos oficiales, más del 95% de los electores acudieron a votar, lo que fue presentado como una muestra masiva de respaldo por las autoridades. Nadie duda de que en febrero, cuando se constituya la nueva Asamblea Nacional, Fidel Castro, de 76 años, será reelegido presidente de los Consejos de Estado y de Ministros por cinco años más.
Para cubrir los 609 escaños del Parlamento se presentaron igual número de candidatos, la mitad de ellos propuestos por una Comisión de Candidaturas y el resto designado entre los 14.000 concejales elegidos el pasado mes de octubre.
La disidencia, ilegal pero tolerada, abogó por la abstención, o por votar nulo o en blanco, aunque sin muchas esperanzas. En las últimas elecciones generales, celebradas en 1998, sólo hubo un 3,36% de votos en blanco y 1,64% de papeletas anuladas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 20 de enero de 2003