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CARTAS AL DIRECTOR

Fuerteventura

Escribo esta carta para denunciar la situación en que se encuentra la isla de Fuerteventura. Como ya conocemos por los medios de comunicación, la inmigración que llega a nuestras costas ha superado todas las previsiones. Aquella primera patera que llegaba hace unos años empieza a pesarnos, y ahora son miles los inmigrantes que llegan a nuestras costas, y esto no es precisamente un continente para poder acoger a tal cantidad de gente.

Las denuncias sobre el hacinamiento en la triste famosa terminal del aeropuerto o en las comisarías son diarias o la imagen de los inmigrantes en el parque de Santa Catalina de la ciudad de Las Palmas es penosa, y lo peor es que ni los políticos ni la población son conscientes de la verdadera gravedad de esta situación.

Por otro lado, más indignante es ver cómo muchos de estos inmigrantes se ahogan en las pla-

yas, donde el turista europeo toma el sol y descansa. No es exageración ni algo irreal. Cualquier día serán los propios turistas los que recojan estupefactos el propio cadáver de un africano y avisen a la propia policía. Por su parte, políticos, empresarios especuladores y gente de mal vivir están absortos en buscar la manera de engrosar sus cuentas corrientes destrozando la isla y embadurnándola en cemento bajo la bandera del progreso. Literalmente, están destrozando la isla, y tampoco es una exageración. Ni siquiera destinan parte de sus beneficios a ayudar a estos inmigrantes, y las pocas ayudas llegan de un Gobierno que no tiene más que para hacinarlos entre cuatro paredes.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 20 de enero de 2003