El Deportivo comprobó en sus carnes que la acumulación de delanteros no garantiza el gol. Con el mismo fútbol escaso que de costumbre, confió esta vez su entrenador Javier Irureta en su artillería pesada, pero Diego Tristán, Luque y Makaay no se suman, sino todo lo contrario, y condenaron a Riazor a una de las noches de fútbol más espeso de la temporada. Otra falsa leyenda es la que dice que hay que acumular defensas para evitar encajar un gol, porque sin encongerse lo más mínimo, el Murcia, el equipo menos goleado de Primera y Segunda División, amenazó con salir indemne. Saboreó incluso la dulce sensación de estar más cerca de la victoria, pero olvidó que con el Deportivo los partidos no se acaban nunca, como le demostró Duscher a cinco minutos del final.
DEPORTIVO 1 - MURCIA 0
Deportivo: Dani Mallo; Manuel Pablo, Pablo Amo, Andrade, Capdevila; Mauro Silva, Toro Acuña (Amavisca, m. 80), Fran (Duscher, m. 60); Makaay, Tristán (Héctor, m. 70) y Luque. Murcia: Reinke; Maciel (Jaime, m. 89), Pedro Largo, Cuadrado, Lasa; Setvalls, Juanma, Tito, Ismael; Richi (Albiol, m. 77) y Karanka (Loreto, m. 67). Gol: 1-0. M. 84. Manuel Pablo porfundiza en el área por su banda derecha y centra hacia atrás, donde remata Duschser. Árbitro: Pérez Burrull. Enseñó cartulina amarilla a Héctor y a Pablo Amo. Unos 20.000 espectadores en el campo de Riazor en partido de ida de los cuartos de final.
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Hasta que no vio que la primera parte se le esfumaba sin goles el compromiso del Deportivo con el partido fue prácticamente nulo. Sólo muy al final de esa primera mitad se estiró algo el equipo de Irureta, que hubiese podido reunir a siete delanteros con idéntico saldo, porque la pelota apenas llegó al área en condiciones de rematarla. Ninguno de sus tres puñales tuvo oportunidad de girarse en el balcón del área para meter el último pase. Su única alternativa: el disparo lejano.
El Murcia, en cambio, pareció encontrarse más a gusto en el partido. No hay equipo en todo el país que desconozca las dificultades que el Deportivo atraviesa para enganchar con la delantera desde que le falta su estrella, Valerón. Basta con presionarle en la salida para provocarle un cortocircuito considerable, lo que deja al conjunto gallego a expensas de la pegada de sus delanteros. Y lo que gana en pegada lo pierde en las bandas, por las que el holandés Makaay y Luque ni se asomaron.
El Deportivo murió una y otra vez lejos del área que defendió Reinke, después de plomizos rondos que acababan en un balón largo sin destinatario concreeto. Las posesiones del Murcia pudieron ser más cortas, pero también más intensas. Estirado sobre la pradera, favorecido por la escasa presión del Deportivo y muy bien sujetado en el centro del campo por Maciel, el grupo que entrena David Vidal se le coló al Deportico por su costado derecho, un potro de tortura para Manuel Pablo y escenario de la reivindicación de un extremo a la vieja usanza que llkeva por nombre Ismael.
Al contrario que el Deportivo, el Murcia se asoció al borde del área de Dani Mallo, donde Richi evidenció la desidia con que Mauro y Acuña afrontaron la eliminatoria. Hasta tal punto descubrió Irureta la escasa efectividad de tanta dinamita que fue retirándola a medida que avanzó la segunda mitad. que primero sustituyó a Fran por Duscher, para ver si así el Murcia dejaba de salir de su terreno con semejante autoridad, y después cayó Diego Tristán para que entrara Héctor, un defensa. Fue la constatación de los apuros del Deportivo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 23 de enero de 2003