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Los democristianos obtienen una estrecha victoria en las elecciones de Holanda

Con 44 de los 150 escaños, la CDA buscará formar una coalición de centro-izquierda

La democracia cristiana holandesa (CDA) obtuvo ayer una estrecha victoria sobre sus rivales socialdemócratas (PvdA) al conseguir 44 de los 150 escaños del Parlamento en las elecciones legislativas. La remontada histórica de los socialistas, debida a la popularidad de su nuevo líder, Wouter Bos, les convierte en la segunda fuerza nacional con 42 escaños. Se abre ahora un periodo de difíciles negociaciones para formar una coalición estable de centro izquierda, la modalidad más plausible de Gobierno y la indicada por los votantes con su sufragio.

La Lista Pim Fortuyn (LPF), fundada por el líder ultraderechista asesinado y que irrumpió el pasado mayo en el poder, ha sido la gran derrotada. Sólo obtuvo 8 escaños y tenía 26. Los 28 escaños logrados por los liberales de derecha (VVD) no sirven para alcanzar la mayoría de 76 necesaria para repetir un Gobierno de centro-derecha, preferido por Jan Peter Balkenende, que se perfila de nuevo primer ministro democristiano. El hecho de que el LPF haya sido apeado de los primeros puestos y los malos resultados de los social liberales (D66), con seis modestos escaños, augura una etapa delicada en la política nacional. Aunque el CDA podría tratar de unirse a los dos partidos liberales con una mayoría suficiente, el propio Balkenende dijo ayer que buscaría un pacto "estable que le permitiera aplicar una política social". Dos ideales que no pueden repugnar a los socialistas de Bos, estremecidos por el voto de confianza recibido del mismo electorado que les vapuleó hace ocho meses por mostrase arrogantes y lejanos.

"Es una noche fantástica y vale la pena buscar la forma de acordar un Gobierno estable y progresista", dijo Bos, al confirmarse los buenos resultados de su formación. Wim Kok, antiguo primer ministro socialista, aseguró sentirse "tan orgulloso como un padre" de la hazaña de Bos, elevado a la categoría de héroe de la jornada. Mientras todos los partidos le felicitaban por haber recuperado con creces el terreno perdido, Balkenende, que también le aplaudió, agradeció sereno el apoyo recibido en las urnas. "Los votantes se han arriesgado en unos tiempos duros. Han mantenido su fe en nosotros y nos llena de gozo, porque el CDA ha trabajado mucho para demostrar que les escucha y trabajará para ellos", dijo. También recordó que se avecinan momentos delicados, de incertidumbre económica y tensiones internacionales, "pero no traicionaremos la confianza del elector".

A pesar de su compostura, y de que todas las voces dentro y fuera de sus filas coincidían en la necesidad de explorar un posible acuerdo con el PvdA, la labor de Balkenende no será grata. Los pactos políticos son tradicionalmente lentos y arduos en Holanda y el informador, es decir, el encargado de averiguar si puede formarse una coalición, pasará esta vez malos ratos. Lo más lógico es que el propio Balkenende asuma dicho papel y deje la labor de formador, el que supervisa el reparto de los cargos y los detalles de la aplicación del plan de Gobierno por parte de los ministerios, a otro colega.

"Se abre una etapa de estabilidad muy esperada, y aunque no será fácil ponerse de acuerdo, las mayorías sólidas son preferibles", dijo ayer María van der Hoeven, número dos de la papeleta democristiana, en cuanto aparecieron los primeros resultados fiables. Jeltje van Nieuwenhoven, segunda a su vez de la lista del PvdA, admitió también que las próximas semanas se pondrá a prueba la capacidad de encaje de las clase política. "El CDA y nosotros hemos debatido a fondo durante la campaña, a veces hasta con dureza y posturas alejadas, pero no es imposible acercarnos ahora que el votante ha expresado su opinión", dijo.

Si alguien hubiera apostado hace apenas tres semanas que el PvdA iba a acabar regresando al poder en Holanda, hubiera perdido. Pero las cosas han cambiado mucho desde que Pim Fortuyn sacudiera a todos con sus ideas radicales sobre inmigración y seguridad ciudadana. Su legado era visible ayer, con Wouter Bos afianzado en su cargo de jefe de los socialistas y artífice de lo impensable al haber demostrado que renovar no está reñido con el atractivo personal. Una realidad tan sencilla como insólita para un país que se preciaba de favorecer las ideas, no el aspecto de sus gobernantes. A partir de hoy, todas las miradas estarán puestas en Balkenende y en Bos.

Premio a la perseverancia

Sereno hasta el final, la presencia de ánimo del democristiano Jan Peter Balkenende lo colocaba ayer muy cerca de la segunda victoria en unas legislativas en los últimos ocho meses. Catapultado en mayo pasado a la jefatura del CDA por las rencillas de sus superiores dentro del grupo, Balkenende logró ganarse entonces el respeto de sus conciudadanos por mantener sus ideas sin criticar a nadie. Su juventud -tenía 45 años- jugó también un papel importante. Todavía no parecía absorbido por el ejercicio del poder desde la lejanía. Precisamente la crítica más repetida contra los gobernantes de la vieja escuela que han ocupado durante décadas los despachos del Ejecutivo en La Haya.Algo irritado durante la campaña recién concluida por la popularidad de Wouter Bos, el nuevo líder socialdemócrata, Balkenende ha hecho lo imposible por parecer innovador sin proponer grandes cambios. Hijo de un comerciante de grano de Zeeland, al suroeste del país, ha centrado sus esfuerzos en conseguir que los electores volvieran a confiar en su partido. En convencerles de que no tuvo tiempo de demostrar sus bondades en los 87 días de vida de su anterior Gabinete, lastrado por la ruda inexperiencia de los miembros de la Lista Pim Fortuyn. Al final, ha suscrito con creces la etiqueta de "aburrido, pero fiable al 200%" que le colgaron al desembarcar en el Gobierno el año pasado. Entonces prometió revisar la Ley de la Eutanasia, apoyada por el 80% de la población, porque le parecía demasiado amplia. Ahora ha recordado que la estabilidad nacional depende de la mesura en todos los terrenos. De eso y de confiar en grandes agrupaciones como la suya, las más preparadas para respetar los valores del holandés medio y devolverle la iniciativa social.Devoto cristiano que admira a Vaclav Havel, presidente saliente de la República Checa, y que asegura hallar "paz, estabilidad y consuelo" en las enseñanzas de Cristo, Balkenende ha tratado de distanciarse de la buena imagen de Bos. A fin de cuentas, en los pasados comicios el popular y aclamado fue él, un democristiano prácticamente desconocido.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 23 de enero de 2003

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