Manuel Fraga escenificó ayer el guión que habían previsto dirigentes del PP gallego para rebajar la tensión en la crisis interna. El presidente de la Xunta alabó en público a su destituido delfín, Xosé Cuiña, anunció que le va a invitar a una reunión y también convocó para hoy a los cinco diputados de Ourense que amenazan con no volver al Parlamento de Galicia, lo que le dejaría en minoría. Eran los gestos que habían pactado el día anterior un grupo de notables del partido para apaciguar a los partidarios de Cuiña, que exigen la destitución del secretario regional del partido, Jesús Palmou.
Fraga, como ya habían hecho el día anterior el PP nacional y el gallego, dio por resuelto el conflicto planteado por los cinco parlamentarios, que han enviado una carta a los presidentes del Gobierno central y de la Xunta exigiendo la salida de Palmou. Los fieles a Cuiña responsabilizan a Palmou de la caída del antiguo número dos de Fraga y le acusan de plegarse incondicionalmente a la dirección nacional.
El presidente del PP de Ourense, José Luis Baltar, se comprometió con el propio Palmou, tras una negociación en la que participaron también otros dirigentes del partido, a que los diputados desistieran de su actitud. Pero los populares orensanos pidieron algunos gestos de Fraga para facilitar el abandono de la postura de fuerza.
"Vieja simpatía"
El presidente de la Xunta cumplió su parte ayer. Frente al tono gélido con que se había referido a Cuiña el pasado lunes -"ninguno somos fijos ni imprescindibles", le recordó-, Fraga destacó esta vez la "vieja simpatía y amistad" que les unen. Y cuando le preguntaron si cree que Cuiña estaba detrás del pulso planteado por los parlamentarios de Ourense, replicó: "Nunca está detrás de nada ni de nadie. Siempre tengo para él el mejor concepto".
A su intención de entrevistarse próximamente con su antiguo delfín, Fraga añadió la llamada a los cinco diputados rebeldes para que hoy mismo le expliquen en persona sus posiciones. Fuentes próximas al PP de Ourense consideran probable que, tras la reunión con el presidente de la Xunta, los parlamentarios anuncien que regresan a sus escaños.
Pese a todo, uno de los fieles seguidores de Cuiña, el presidente de la Diputación de Pontevedra, Manuel Abeledo, advirtió ayer: "Es indiscutible que hay un malestar muy grande en el partido por su destitución, al margen de que unos lo manifiesten de una manera y otros de otra (...) Espero", agregó, "que esto se resuelva dentro de casa por la vía del diálogo, y no a navajazos entre unos y otros".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de enero de 2003