Grigori Paskó, el periodista militar ruso que cumplía una sentencia de cuatro años de prisión por espionaje, fue liberado ayer por decisión de un tribunal de Ussuriysk, la ciudad del Lejano Oriente donde estaba encarcelado. Numerosos grupos de derechos humanos y políticos de talante democrático, tanto rusos como extranjeros, habían intercedido a favor de Paskó, al que consideran como una víctima del acoso de los servicios secretos. La liberación se produjo pocos días después de que el presidente Vladímir Putin diera una señal orientadora al funcionariado de su Administración (siempre atento al estado de ánimo del líder) y advirtiera contra el exceso de celo en la espiomanía.
Paskó había sido detenido en 1997 por agentes de los servicios de seguridad y condenado a cuatro años en diciembre de 2001 por un tribunal militar que le juzgó en segunda instancia y que le consideró culpable de recoger, guardar e intentar entregar información secreta a Japón. En 1999, en primera instancia, el periodista había sido considerado inocente de los cargos de traición que se le formulaban, pero condenado por abuso de su posición y posteriormente liberado en el marco de una amnistía general.
En la pugna entre la fiscalía del Estado, que recurrió contra aquella sentencia, y el periodista, que luchaba por el reconocimiento de su inocencia, se impuso el punto de vista de la primera. Paskó, que colaboraba con medios de información japoneses, había denunciado a la flota rusa del Pacífico por verter materiales radiactivos al mar. Teniendo en cuenta el tiempo pasado en prisión antes del juicio, Paskó ha cumplido ya dos tercios de su condena, lo cual le facultaba para pedir su liberación sin reconocerse culpable. En marzo del 2002, el periodista rechazó la invitación a solicitar indulto, por considerar que ello significaba reconocer un delito no cometido.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de enero de 2003