Después de meses de incordio, acabaron las obras de pavimentación y arreglo de algunas calles del centro.
Bien, pasen y vean: baches, agujeros, etcétera. Miren los adoquines de la calle de la Montera, cuando aún no hace dos años que los colocaron.
No olviden tomarse un tranquilizante antes de ir. Lo digo por la alteración que les va a entrar cuando piensen que esas obras las pagamos entre todos, aunque sólo unos pocos las cobren y otros pocos controlen (¿?) la calidad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de enero de 2003