Celebro la decisión franco-alemana de rechazar la guerra en Irak, y de unirse para construir una Europa fuerte que pueda decir bien claro lo que piensa.Ya era hora.
Qué pena que Aznar y los suyos sigan emperrados en dividir al mundo y llevarlo a la guerra. Y encima no quieren ni explicarlo en el Parlamento.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de enero de 2003