La directiva del Barça se superó anoche a sí misma y dio una nueva muestra de surrealismo. La junta decidió destituir a Van Gaal pero, por razones legales, no consumó el despido para que el técnico rebaje la suma de seis millones de euros que le corresponderían por cumplir la totalidad de su contrato (lo que resta de esta temporada y dos más). La declaración releva la alarmante falta de liquidez de un club quebrado, desquiciado, situado a sólo tres puntos del descenso. El holandés, que se ha sentido maltratado por la junta, no quiere perdonar ni un euro de su contrato como hizo en 2000 cuando, en solidaridad con el presidente Josep Lluís Núñez, se fue y renunció a la liquidación de los dos años que le quedaban. El matrimonio antinatura sellado por Gaspart y Van Gaal apenas ha durado ocho meses. La bomba de relojería que instaló el presidente en el vestuario le ha explotado en sus propias manos.
La junta se reunió ayer con carácter extraordinario en las oficinas del club con la tranquilidad de que Gaspart ya le había comunicado a Van Gaal su despido en el vuelo desde Vigo. La destitución no era el problema, pero tenían que debatirse dos cosas de mayor calado: la espinosa rescisión del contrato y el nombre de su sustituto. Anoche, cobraba fuerza la hipótesis de que Carles Rexach vuelva a asumir la dirección del equipo, aunque también podría hacerlo Quique Costas, técnico del filial.
Ramon Salabert, el tesorero, explicó que Van Gaal ya no dirigirá esta mañana el entrenamiento del equipo si alcanzaban con él un acuerdo sobre el finiquito que fijó en cuatro millones de euros. Y, en caso contrario, el técnico volverá al césped. Gaspart presumió de 22 años de experiencia pero parece que no le sirven los antecedentes en la historia del Barça. Johan Cruyff fue destituido y su caso acabó en los tribunales.
La reunión de ayer se acabó a las 21.00 horas y Xavier Pérez Farguell, el director general, tuvo que actuar de portavoz en lugar de Josep Maria Coronas, secretario de la junta, ayer ausente. Hizo el papel de la triste figura. No fue la primera vez: el domingo, Gaspart le hizo un terrible feo cuando ni se detuvo a saludarle cuando fue a recibir a la expedición al aeropuerto. El ejecutivo se plantó en el vestuario del Camp Nou a las 22.00 horas ante un centenar de periodistas y una docena de cámaras exclusivamente para que los medios audiovisuales tuvieran la voz del sucinto comunicado de seis líneas que emitió el club. No admitió ni una sola pregunta. La nota, que omitió la palabra despido, decía: "La junta, en reunión extraordinaria, ha valorado la situación actual del primer equipo de fútbol y ha decidido que la dirección general mantenga conversaciones con el entrenador para resolver, de una manera amistosa, la relación contractual que une a las dos partes. El objetivo, una vez alcanzado este acuerdo, es reconducir la situación deportiva del primer equipo". Pérez admitió que lo normal sería informar una vez el pacto estuviera consumado, pero dijo que las negociaciones podían durar "algún tiempo; no mucho. Les mantendremos informados en las próximas horas y en los próximos días. El interés de ambas partes es culminar este proceso lo antes posible".
Al cierre de esta edición, en la madrugada de hoy, Pérez Farguell y Van Gaal negociaban la rescisión en Sitges, en la casa del holandés.
Van Gaal se fue en 2000 y perdonó a su amigo Núñez la ficha de los dos años que le restaban de contrato. Sólo quedó una duda: si su vuelta estaba vinculada a una supuesta cláusula impuesta por Núñez en la que el Barça estaba obligado a pagarle, si no le volvía a reclamar, aquella suma en un plazo de cinco años. El holandés lo negó siempre con vehemencia, pero esta vez ha hecho las cosas de otra manera: el domingo repitió que no dimitiría, una forma de decir que quería cobrar hasta el último euro. Anoche, no apareció por el club. La pelota está ahora en el tejado de Gaspart, punto de mira y de ira de la afición.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 28 de enero de 2003