En la relación de pareja, siempre he odiado las muestras de poder humillante a la que es sometido alguno de los dos miembros de la pareja por parte del otro, ya sea el poder que se ejerza de tipo físico, psíquico, sexual, religioso,...
El otro día en un centro comercial vi a una pareja (hombre-mujer) en la que la mujer iba cubierta de la cabeza a los pies (como las mujeres afganas en tiempo de los talibanes), y que me produjo unos sentimientos de rechazo y repugnancia hacia la humillación, que bajo mi criterio, estaba siendo sometida dicha mujer.
Esto lo cuento desde un prisma de "intolerancia cero" a los demás, pero no dejo de pensar que sin la presencia o directrices del hombre con el que formaba la pareja, esa mujer no desearía ir vestida así, a menos que tuviese tendencias masoquistas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 28 de enero de 2003