He visto por la CNN la parte del discurso de George W. Bush (sobre el estado de la Unión) dedicada al tema de Irak. Un discurso plagado de tópicos patrioteros, referencias a Dios, permanente tono maniqueo y recursos de predicador televisivo. Pues bien, lo peor de todo es que da la impresión de que este hombre, todo esto, se lo cree. O sea, que, más acá de las consideraciones sobre el petróleo y la geopolítica, existe un fuerte componente de fundamentalismo ideológico-religioso. Y un fuerte componente de temor paranoico al terrorismo. El de Bush ha sido un discurso para meterle miedo al pueblo y justificar la guerra, un discurso de mal agüero, ensombrecido por los pueriles aplausos de los senadores norteamericanos puestos en pie.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 30 de enero de 2003