¿Alguien duda de que el abandono de perros no es sino una de las más terribles formas de maltrato animal? Pues bien, en la Comunidad se abandonan cientos de galgos al terminar la temporada de caza sin que el Gobierno de la propia Comunidad ni los ayuntamientos hagan nada por evitarlo. El cazador utiliza al noble perro para sus intereses y lo ahorca o lo abandona cuando no le sirve, o simplemente para no alimentarlo todo el año, como si fuera un objeto de usar y tirar. En las perreras municipales se pueden ver decenas de estos bellos e inteligentes animales esperar diez angustiosos días en el corredor de la muerte antes de ser aniquilados.
La solución sería sencilla, bastaría con que, al expedir la Comunidad la licencia de caza, se exigiera la identidad del perro o perros del cazador, y los ayuntamientos persiguieran con fuertes sanciones la caza con perros no registrados. Así, el individuo en cuestión cuidaría de su perro y no le abandonaría, aunque sólo fuera por la cuenta que le trae.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 1 de febrero de 2003