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LA FIESTA DEL CINE ESPAÑOL

'Los lunes al sol' triunfa en unos Goya combativos

La gala se convierte en una enérgica repulsa al Gobierno y a la guerra de Irak

Los lunes al sol, de Fernando León, se convirtió anoche en la gran ganadora de los premios Goya, con cinco galardones, entre ellos el de mejor película, mejor director y mejor actor protagonista para Javier Bardem. La gala estuvo marcada por un carácter reivindicativo y político. El no a la guerra de Irak y las críticas al Gobierno protagonizaron buena parte de la ceremonia. No faltaron las alusiones al paro, drama que retrata la película ganadora, y a la catástrofe del Prestige. El premio a la mejor actriz protagonista fue para Mercedes Sampietro, por su interpretación en Lugares comunes. Penélope Cruz y la actriz francesa Jeanne Moreau quisieron mostrar con su presencia su apoyo a un cine español en crisis.

Ocurrió lo previsto, y Los lunes al sol y su director, Fernando León de Aranoa, ganaron los premios Goya más importantes: mejor película y mejor director. El tercer filme del joven director de Barrio fue el más votado por los académicos españoles. Pedro Almodóvar, que optaba a los grandes premios con Hable con ella, no asistió a la ceremonia, celebrada en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid. Su ausencia presagiaba el triunfo de Los lunes al sol, que logró cinco goyas frente al único (mejor música original) que obtuvo Hable con ella.

Javier Bardem: "Ganar las elecciones no es un cheque en blanco. Hay que escuchar al pueblo"

Pero, por una vez, en los Goya la política fue tan importante como el cine y todos los que participaron en la entrega de premios llevaban un cartel de "No a la guerra". "Ganar las elecciones no es un cheque en blanco. Hay que escuchar al pueblo, a la gente que dice 'No a la guerra", dijo Javier Bardem, Goya al mejor actor por Los lunes al sol y uno de los indiscutibles protagonistas de la noche. Bardem, que en la película de Fernando León interpreta a un parado, añadió: "No quiero frivolizar con algo como el paro, pero quiero desde aquí dar aliento y esperanza a quienes lo padecen y recordarles un verso de Claudio Rodríguez: 'Se puede estar derrotado, pero nunca en doma". Fernando León, con su Goya al mejor director, dijo: "Quiero dedicar este premio a aquellos a los que se les niega el acceso a su propia vida, a los que luchan contra la miseria del desempleo y la precariedad. Son héroes".

La 17ª edición de los premios del cine español estuvo marcada desde el primer momento por una enérgica contestación a los acontecimientos políticos internacionales y nacionales. "Ésta no es una noche tensa, sino libre", afirmó en el tradicional discurso de apertura la presidenta de la Academia, la actriz Marisa Paredes. "No hay que tener miedo a la cultura ni al entretenimiento, ni a la libertad de expresión, ni muchos menos a la sátira, al humor. Hay que tener miedo a la ignorancia y al dogmatismo. Hay que tener miedo a la guerra".

Las proclamas políticas fueron constantes: a la guerra contra Irak ("No a la guerra", decían una y otra vez los ganadores sobre el escenario); a la catástrofe del Prestige ("Nunca máis", dijo el primer presentador de la noche, Javier Bardem, abriendo la veda), y a la política de José María Aznar. El emocionante momento que protagonizaron los trabajadores de Sintel puso la guinda a las críticas al Gobierno. El efecto Iguazú logró el premio a la mejor película documental, y su director, Pere Joan Ventura, cedió la plabra a sus protagonistas: los hombres que acamparon durante meses en el paseo de la Castellana de Madrid para protestar por su trágico despido. Aprovecharon la emisión de la ceremonia, en directo en La Primera de Televisión Española, y recordaron cómo el Gobierno y Telefónica no han cumplido su compromiso de devolverles un puesto de trabajo. Agradecieron a los académicos del cine el apoyo que con este premio daban a su causa. Una causa que, recordó el productor, no encontró en su momento el apoyo "de la industria". "No hemos contado con la ayuda de ningún distribuidor, ni de ninguna televisión. Ésta es una película solidaria, pero también muy solitaria".

El tono político de la gala -presidida por la ministra de Educación y Cultura, Pilar del Castillo, que tan sólo fue enfocada una vez, y de refilón- fue creciendo y Luis Tosar (Goya al mejor actor de reparto) recomendó al presidente del Gobierno que si quería petróleo no hacía falta ir a Irak. "Ahí arriba ya tiene usted mucho". La ovación fue total y el grito "¡Nunca máis!" no se hizo esperar. Al Goya de Tosar le siguió el de Geraldine Chaplin, que gritó un encendido "No a la guerra". "La paz es la bomba", dijo Achero Mañas. "Guerra contra la guerra", manifestó Julio Wallowits, director, junto a Roger Gual, de Smooking room, la película que logró el premio a la mejor dirección novel. Los jóvenes creadores de este alegato contra el mundo laboral también aprovecharon para recordar que presentaron, sin éxito, su guión a muchas productoras.

La noche se puso sentimental con el Goya honorífico a Manuel Alexandre. "¡Os llevo siempre en el corazón!", dijo el actor ante un escenario lleno de compañeros que le aplaudían y una sala en pie. A Alexandre le brillaban los ojos: "¡Que me vais a emocionar!", les advirtió. La que no pudo contener las lágrimas fue Lolita, premio a la mejor actriz revelación por su interprétación de una desgarrada cantante que arrastra su fracaso por los tugurios de la costa española. Lolita (al estilo Halle Berry) lloró y lloró. Dedicó su premio a su familia, "a los que están aquí y a los que están arriba", y en especial a su hermana Rosario y a sus dos hijos.

La cantante, que tras el premio -mareada- pidió una coca-cola y algo de azúcar, ya había llamado la atención al entrar en el Palacio Municipal de Congresos. Vestida de Dior y con un imponente mantón de Manila de visón, Lolita fue de riguroso negro.

La moda, como siempre, marcó el paseíllo inicial de estrellas. Se pudo comprobar la sobriedad de Mercedes Sampietro (vestida de Carolina Herrera), la elegancia de Geraldine Chaplin (de blanco y de Chanel) y de Marisa Paredes (de Sybilla, por supuesto). El esplendor de Leonor Watling (con un Valentino de inspiración modernista), la belleza de Natalia Verbeke y Goya Toledo (vestidas de Galliano para Dior y Óscar de la Renta, respectivamente) y la modernidad de Paz Vega (de Hannibal Laguna). El remate lo puso el ciclón mexicano Paulina Rubio (vestida de John Galliano y acompañada de su novio, Ricardo Bofill) y , finalmente, el incomparable glamour de Jeanne Moreau y de Penélope Cruz que, vestida de Chanel, llegó la última. Mereció la pena, estuvo a la altura de lo esperado y nuevamente demostró que su presencia en el cine español es única.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 2 de febrero de 2003