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Schröder sufre un espectacular descalabro en dos elecciones regionales alemanas

Los socialdemócratas pierden el poder en Baja Sajonia, donde gobernaban desde hace 13 años

El Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), que en septiembre, junto a Los Verdes, había logrado una sorprendente victoria en las elecciones federales, sufrió ayer un espectacular descalabro en los comicios regionales celebrados en Hesse y Baja Sajonia, dos pudientes Estados federados con 14 millones de habitantes. En ambos, el SPD tocó mínimos históricos. Pese a la derrota, prevista de antemano y atribuible al rechazo de la reciente gestión de Schröder, ni los líderes socialdemócratas cayeron en el catastrofismo ni los conservadores en el triunfalismo.

El Gobierno rojiverde se mantiene en el poder y ahora parece buscar una tácita alianza con la Unión Cristiana Democrática (CDU) para reestructurar a fondo la sociedad alemana.

En Baja Sajonia, el SPD perdió el poder que ostentaba desde hace 13 años. Este Estado federal es también la patria chica de Schröder, que gobernó allí entre 1990 y 1998 y tiene en la capital (Hannover) su segunda residencia. Encabezados por Sigmar Gabriel, que hasta hace poco tenía fama de ser una estrella ascendente de la política alemana, los socialdemócratas apenas obtuvieron un 33,3%, su peor resultado desde la posguerra, según los recuentos preliminares. En 1998 logró un apabullante 47,9%. El Gobierno regional será encabezado por Christian Wulff, cuya Unión Cristiana Democrática casi obtiene la mayoría absoluta (48,3%, frente al 35,9% de las anteriores elecciones).

Otro tanto sucedió en Hesse, donde la CDU se hizo con el 48,8% de los votos (43,4% en 1999). El SPD, por contra, se desplomó hasta el mínimo histórico del 29,1% (39,4%, hace cuatro años). Ello significa no sólo la reelección del primer ministro democristiano, Roland Koch, sino la confirmación de que este halcón conservador tiene excelentes posibilidades de desempeñar un papel protagonista a nivel federal. Al lado de la presidenta de la CDU, Angela Merkel, Koch es uno de los posibles candidatos a canciller para las elecciones de 2005.

Tanto Los Verdes, aliados con el SPD, como el Partido Liberal Democrático, FDP, que resucitó con sorprendente fuerza tras las disputas internas desatadas por su antiguo vicepresidente, Jürgen W. Möllemann, lograron aumentar sus votos en Hesse y Baja Sajonia. En contraste con la imagen inmovilista que muchas veces presentan los socialdemócratas, Los Verdes están considerados como una agrupación política con voluntad de modernizar el país.

El SPD, por tanto, fue el único partido que perdió votos, y la casi exclusiva razón de este desastre es el generalizado descontento con los primeros meses de gestión del Gobierno rojiverde en Berlín, según coincidieron ayer todos los comentaristas. Con un total de parados que superará los 4,5 millones de personas y una economía que apenas creció un 0,2%, los alemanes echan en falta una política coherente para sacar a flote el país. "La gente tiene grandes dudas sobre si el canciller sabe qué es lo que quiere", interpretaba ayer el sentir ciudadano Christian Wulff, el nuevo primer ministro conservador de Baja Sajonia.

A diferencia de lo sucedido en las elecciones federales, cuando Schröder logró mantenerse en el poder tanto por su buen tino a la hora de enfrentar la emergencia de las riadas como por su vehemente rechazo a una guerra contra Irak, en esta ocasión el antibelicismo no surtió efecto en las urnas.

Guerra contra Irak

Fue durante un mitin en Baja Sajonia cuando Schröder empeñó su palabra de que Alemania, pase lo que pase, no votará a favor de la guerra en el Consejo de Seguridad. Según ha dado a entender incluso su ministro de Exteriores, Joschka Fischer, se trata de un anuncio poco afortunado, y no sólo por agriar aún más las ya deterioradas relaciones con Washington: al no mantenerse ninguna puerta abierta, Schröder redujo a cero el espacio de maniobra diplomático de su país, según han criticado los conservadores.

El desplome del SPD estaba tan cantado que, a finales de 2001, incluso se llegó a especular sobre una renuncia anticipada de Schröder. De todo esto ayer no se escuchó nada: "Hay un Gobierno Schröder-Fischer, y esto no cambiará", sentenció Olaf Scholz, secretario general del SPD. Políticos de uno y otro bando han señalado que a partir de ahora se podría abrir una tregua entre ambos partidos para remangarse las camisas e iniciar una ronda de profundas reformas. El canciller, Gerhard Schröder, se pronunciará hoy ante la prensa.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 3 de febrero de 2003