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COLUMNA

Todos contra todos

Pocos dudan de que Sadam Husein sea un asesino: de disidentes, de kurdos, de antiguos benefactores, de chiítas, de yernos, de amantes poco dispuestas y de lo que sea menester. Pocos dudan de que si Sadam pudiera (que no puede) reduciría a escombros a los Estados Unidos de América y a buena parte de los Estados hoy por hoy Desunidos de Europa. También serán pocos los que se crean que Husein cumple las estrictas obligaciones armamentísticas que le impuso la ONU después de perder la guerra del Golfo. En eso estamos casi todos de acuerdo desde Algeciras a Estambul, perfumaditos de brea del Prestige. Ahora bien, el conflicto de Iraq no es el único que aflige al mundo, pues en muchas otras partes hay criminales al frente de repúblicas y tronos, dominaciones y potestades. Gentes de mal que bien pudieran merecer un escarmiento. Y que lo merecerían, de inmediato, si se les aplicara la pócima que ya le han preparado al sátrapa de Bagdad. Por ejemplo, Corea del Norte. En aquel país comunista y hambriento reina un dictador marxista, Kim II, heredero de Kim I, que acaba de sacar a su moribundo estado de la disciplina nuclear universal. Mas no por ello Bush y Condoleezza Rice han decidido castigar a aquella remota nación. Como mucho, la han incorporado, retóricamente, a su particular "eje del mal". Algo más cerca, en Pakistán, se refugian miles de talibanes que perpetran atentados en las polvorientas ciudades afganas y en las un poco más húmedas urbes paquistaníes. Esta gente es la misma grey fanatizada que celebró con grandes cabriolas los atentados del 11 de Septiembre. ¿Por qué no bombardearles también? ¿Y qué decir de Ariel Sharon, el dirigente israelí, quien, al igual que sus predecesores, incumple sistemáticamente las resoluciones de la ONU? ¿Y no serían bombardeables los corruptos dirigentes que mandaron asesinar o mutilar a cientos de miles de personas en Sierra Leona, en Liberia, en Ruanda o en Burundi? Por todas estas razones, y por las generales de la ley, es un gran dislate esta guerra del Iraq, la guerra de la ira de Bush.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 4 de febrero de 2003