Motta, en un cabezazo prácticamente en el último minuto (m. 89), salvó el debut de Antic como entrenador del Barça (1-2). El amistoso en Cádiz sirvió al final para aumentar la autoestima del Barça que, al menos, ofreció más orden y espontaneidad, aunque volvió a expresar unas lagunas ya muy vistas. Los azulgrana repitieron sus limitaciones en las dos porterías. Un error inicial de De Boer permitió al extremo Navarrete, surgido de la Gramanet, marcar un extraordinario gol (m. 8), acogido en la grada con banderas y pañuelos. El debutante Sorín, involucrado en el primer tanto al igual que el libre holandés, replicó rápido con una preciosa vaselina (m. 12). Pero el partido se quedó clavado hasta que Motta marcó en el último suspiro. El técnico yugoslavo dijo que confía plenamente en sus delanteros, pero apenas crearon ocasiones de gol ante un equipo de la Segunda División B.
El estadio Ramón de Carranza deparó al menos dos buenas noticias para el vestuario azulgrana: la calidad que exhibió con sus internadas por la banda el lateral argentino Sorin y la vuelta al césped del central sueco Andersson, torturado por las lesiones desde hace más de un año.
Ni Kluivert, ni Overmars (que quiso imitar sin éxito a Navarrete) ni Saviola, que jugó medio tocado, ni Dani. Sorin, al principio, y Motta, al final, hicieron más que todos ellos juntos. El Barça continúa enfermo porque le sigue costando un mundo crear ocasiones y más transformarlas. Posiblemente, fue ésa la peor conclusión que extrajo Antic del amistoso, inscrito en el inicio de las fiestas de carnaval de Cádiz y que sirvió para rendir un homenaje a Mágico González, un héroe en esta ciudad y que actuó 10 minutos para entusiasmo del público.
Antic reforzó la zaga con cuatro hombres atrás (Reiziger y Sorin como laterales y Frank De Boer y el reciclado Puyol en calidad de centrales); los conductores de siempre (Xavi y Cocu); tres jugadores en la segunda línea (Mendieta, Riquelme y Rochemback) y Kluivert se quedó solo en punta. El entrenador azulgrana no pudo aplicar el preciado rombo (tenía muchos lesionados) que utilizó en el Atlético y recurrió a un sistema parecido a uno de los que usó Van Gaal. La novedad fue que Mendieta se situó por primera vez en la banda izquierda y que Riquelme volvió a ocupar a su preciada media punta.Hay cosas, sin embargo, que nunca cambian y menos en tres días: De Boer queda en evidencia en cualquier campo y ayer no fue una excepción.
El Barça hizo solo dos cosas más: Kluivert protagonizó lo más difícil (colarse entre dos centrales) para luego fallar y Xavi lanzó una falta que rozó la madera. Ni Dani, ni Saviola ni Overmars tuvieron acierto mientras la afición se frotaba las manos ante la ilusión de noquear al Barça. La grada gritó a ratos, como ya se oyó en el Calderón, "A Segunda, a segunda" y cantó olés. El gol de Motta, celebrado por Puyol con el puño cerrado (supone romper un ciclo de cuatro partidos sin ganar) apagó los cánticos y supuso un alivió para el nuevo Barcelona de Antic.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 5 de febrero de 2003