Fernando Adalid, detenido en Holanda el pasado martes por la desaparición de su novia, la médica Gloria Sanz, declaró ayer ante el juez de instrucción de Amsterdam (Holanda) que no se considera culpable y consiente voluntariamente ser extraditado a España. Desea, dijo, colaborar en el esclarecimiento de su caso. La comparecencia se produjo a puerta cerrada y el detenido estuvo acompañado por su abogado, Johanes Wattilete.
Hasta que regrese a España, Fernando Adalid, de 32 años, deberá permanecer en un centro de detención que la policía ha preferido no identificar. Dado que ha decidido colaborar con la justicia, los trámites para su entrega a las autoridades españolas podrán agilizarse.
Según la Fiscalía de Amsterdam, la documentación estará lista dentro de dos o tres semanas. Tres investigadores del Cuerpo Nacional de Policía destinados en Tarragona viajaron ayer por la tarde a Amsterdam para proceder hoy a un interrogatorio en cumplimiento de una comisión rogatoria. En Tarragona, informa Lali Cambra, la hermana de Gloria, Cristina Sanz, exhortó a Adalid "a que deje de decir mentiras y diga dónde está" la desaparecida. "Estamos pasando una situación muy angustiosa", añadió.
Unas 200 personas entre familiares, compañeros de trabajo y vecinos de la médica de Tarragona Gloria Sanz, desaparecida el pasado 18 de enero, se concentraron ayer en la plaza de Sant Jaume, en Barcelona.
Los manifestantes despegaron una gran foto de la desaparecida junto con un cartel con los dos teléfonos de contacto, de la comisaría provincial del Cuerpo Nacional de Policía de Tarragona y de los familiares de Gloria Sanz. A la misma hora, los familiares de Tarragona realizaron una sentada en la ciudad, como vienen haciendo desde que desapareció la doctora.
Las pruebas de ADN realizadas por el Instituto de Toxicología de Madrid confirmaron que la sangre hallada en el maletero del taxi de Adalid corresponde a Gloria Sanz. La misma sangre se encontró en la habitación de la casa de la médica en Tarragona.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 7 de febrero de 2003