Anunciada para el 1 de marzo la renuncia de Joan Gaspart a su presidencia, el Barcelona afronta ahora una delicada transición, marcada por la declaración de intenciones de la directiva, que no parece dispuesta a flexibilizar el calendario electoral para favorecer al presidente entrante.
Tanto el secretario y portavoz de la junta, Josep Maria Coronas, como el tesorero, Ramon Salabert, coinciden en que los comicios se convocarán a final de temporada, cuando haya acabado la competición, por lo que se celebrarían a finales de julio o a primeros de septiembre, una vez que el proceso demanda 34 días naturales.
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La directiva entiende que la gobernabilidad del club y la estabilidad del equipo, con aspiraciones europeas y amenazado por el descenso en la Liga, solamente se garantiza con la continuidad de una parte del consejo, de ahí que prevea que Enric Reyna sustituya a Gaspart desde la asamblea del 1 de marzo hasta junio. Las condiciones de la junta maniatan a los precandidatos, que siempre se habían mostrado partidarios de una gestora o, en su defecto, de que la junta dimitiera a más tardar en mayo para celebrar las elecciones en junio porque, en caso contrario, su mandato nacería hipotecado.
El pacto de rendición
Por el momento, sin embargo, cuantos habían manifestado su intención de concurrir a las elecciones procuran guardar silencio respecto al calendario. Y entre ellos, Lluís Bassat, que se comprometió a un pacto de no agresión hacia Gaspart en el acto formal de su rendición, organizado por Josep Maldonado, secretario general del Deporte de la Generalitat de Cataluña.
Previas negociaciones con el presidente y el secretario del club, Maldonado reunió en la noche del jueves a Gaspart, Bassat y Ramon Fusté para ejercer de mediador en la crisis en los términos ya sabidos: el presidente se comprometió a renunciar en las condiciones y escenario que eligiera, es decir en la asamblea de compromisarios, y que su sustituto fuera Reyna; que Fusté retirara la moción de censura tramitada -a la Generalitat tampoco le interesaba intervenir y había retrasado al lunes su dictamen- y que Bassat guardara respeto al presidente.
Gaspart estuvo a punto de romper el pacto al día siguiente, viernes, en cuanto la emisora RAC 1 informó de su intención de dimitir y después de saber que la Comisión Estatutaria del Barcelona ratificaba el dictamen de la junta sobre la posibilidad de rechazar la moción después que un mes antes se hubiera presentado ya una primera por parte de Iván Carrillo. Pero al final, alertado insistentemente sobre el riesgo que corría si acudía el domingo al Camp Nou sin anunciar su dimisión, optó por retomar los acuerdos y proclamó su renuncia. El pacto establecía la posterior declaración de Bassat, agradeciendo su decisión, y la comparecencia de Fusté, renunciando a la moción, lo que hizo ayer, cuando ratificó que no concurrirá a las elecciones. "Limpios de ambición de poder, correspondemos [al presidente] con un gesto equivalente de barcelonismo", afirmó Fusté, que, al igual que Maldonado, ha capitalizado la rendición de Gaspart. "He tenido el honor de abrir la puerta", sentenció Fusté, que había fidelizado 8.000 votos tanto para la moción de censura como para unas elecciones a las que renuncia porque se impone "una limpieza dentro y fuera del club".
El calendario electoral ya no es asunto suyo, sino un problema de la oposición, maniatada por una junta directiva que parece decidida a cobrarse hasta la última letra la renuncia de Gaspart. "Hasta que vea que se marcha", avisó Stoichkov, "no me lo creo".
La volubilidad del presidente azulgrana es tan manifiesta, como quedó nuevamente expresado esta semana desde que se comprometió a renunciar hasta que lo anunció, que se imponen pronósticos de todo tipo hasta alcanzar el 1 de marzo, fecha para la que está convocada la asamblea de compromisarios, en la que el anuncio del calendario electoral dará paso al nuevo pulso entre la junta y los precandidatos a las elecciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 9 de febrero de 2003