Este año es muy especial para Michael Jordan. Espectacular y más que digno en la cancha. Emotivo y lleno de gestos y nostalgias en cada pabellón que abarrota. El baloncestista más grande, como le catalogan los medios de comunicación norteamericanos para publicitar su última aparición en un all star de la NBA, esta noche (2.15, Canal + y Sportmanía), en Atlanta, se despide jugando al máximo nivel y rodeado de los mejores. A punto de cumplir los 40 años, Jordan, que no será titular en el equipo del Este, tendrá como entrenador a un antiguo base, Isiah Tomas, al que el mítico alero habría podido vetar -el asunto no se demostró- para el Dream Team de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.
Los aficionados, que tanto le idolatran, no votaron a Jordan tanto como para quedar entre las cinco posiciones que dan derecho a jugar de entrada. Fueron los 29 técnicos los que hicieron luego justicia a su dimension histórica y le metieron, por unanimidad, por la puerta de los reservas. Entre ellos, el propio Thomas. Así será, pues, como Jordan será hoy el último testigo de aquel conjunto de ensueño que enamoró a todos los aficionados. En la cita de 2002, sus representantes fueron el propio Jordan, seleccionado ahora para su 14º all star; Karl Malone, siempre, desde 1987, en esa constelación, y David Robinson. Éste también ha anunciado, como Jordan, que se retira este curso. Malone, que sigue ofreciendo resultados impresionantes a un tiro de los 40 años, no se ha pronunciado. John Stockton y Scottie Pippen, los otros titulares del Dream Team, siguen siendo puntales en sus escuadras, pero no tenían posibilidades reales esta vez.
Thomas, que no estuvo en Barcelona y, por tanto, no puede declararse formalmente heredero de aquel espíritu, sí tendrá un papel en Atlanta. Estará a cargo del equipo de Jordan porque se lo ha ganado con los estadísticas de esta temporada y las dos anteriores al mando del Indiana Pacers. Participante 12 veces como jugador en el all star, Thomas lideró al Detroit Pistons en 1989 y 1990, cuando ganaron sendos anillos de campeones de la NBA. Era un base explosivo, brillante en sus asistencias y anotador. Pero para Jordan, con el que se midió en muchas ocasiones en aquel decenió, siempre padeció un defecto imperdonable: no le pasaba la pelota lo suficiente.
El origen de ese reproche se fundamentó precisamente en otro all star en el que ambos estuvieron juntos. Fue en 1985. La leyenda asegura que Jordan se quejó de que Thomas, ya entonces acaparador, no le centraba bastante para poder lucirse. En 1991, cuando el entrenador de la sección, Chuk Daly, que había sido bicampeón precisamente con los Pistons, anunció la formación que acudiría al año siguiente a los Juegos barceloneses no incluyó a Thomas. Fue una conmoción. Estaba en una gran forma. La sombra del veto pesó mucho tiempo sobre Jordan.
Thomas hace ahora como que no se acuerda de aquella herida y resalta, en cambio, que nunca había imaginado o pensado que podría llegar a entrenar, aunque fuera sólo unos momentos, a Jordan. Para evitar especulaciones, ayer advirtió a los que están hurgando en esa cicatriz que está deseando tenerle bajo sus órdenes para facilitarle un gran momento: "Yo quiero hacerle este último all star tan agradable como sea posible, así como estoy dispuesto a ponerle todo el tiempo que el quiera jugar para que lance los tiros que quiera". Incluso apuntó que pretende regalarle una velada como la que le prepararon en 1992 a Magic Johnson en su última aparición en la fiesta del baloncesto.
Gasol gana con los novatos
Pau Gasol ganó ayer con el equipo de los novatos del segundo año, 132-112, a los de primero. Anotó 17 puntos, capturó 11 rebotes y fue el rey en defensa mientras en ataque fue decisiva la pareja de los Warriors, Arenas (30 puntos) y Jason Richardson (31).
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 9 de febrero de 2003