Antic le ha cambiado la cara al Barcelona, aunque no su suerte ni sus posibilidades, pues no hay más cera que la que arde. El equipo es el mismo que entrenaba Van Gaal, pero juega de otra manera, más acorde con sus posibilidades, cosa que al fin y al cabo tampoco le sirvió anoche para alcanzar una victoria que se exigía más que nada por necesidad. La hinchada agradeció tanto el ejercicio de realismo que estuvo tan dicharachera con el marcador a favor como funesta cuando el Athletic empató. O sea que los dos equipos se repartieron el partido como hermanos sin que la afición pusiera ni quitara nada de su parte, síntoma de la falta de calor y sintonía en el estadio. No están los tiempos para mayores empresas en el Camp Nou, víctima de una de las crisis más virulentas de su historia.
BARCELONA 2 - ATHLETIC 2
Barcelona: Bonano; Reiziger, Frank de Boer, Puyol, Sorín; Overmars, Cocu, Xavi, Mendieta (Riquelme, m.71); Saviola y Kluivert. Athletic: Aranzubia; Javi González (César, m.71), Prieto, Óscar Vales, Karanka (Aitor Ocio, m.78), Del Horno; Etxebarria, Alkiza, Tiko, Yeste (Gurpegi, m. 82); y Ezquerro. Goles: 1-0. M. 5. Overmars centra desde la derecha y Saviola peina en el primer palo ganando en el salto a Javi González y anticipándose al portero. 2-0. M. 14. Kluivert toca en profundidad para Overmars, que controla con la cabeza, corre la banda derecha y remata cruzado. 2-1.M 48. Ezquerro transforma un penalti de Sorín a Tiko. 2-2. M. 55. Yeste marca con la puntera tras un rechace a la salida de una falta. Árbitro: Megía Dávila, madrileño. Mostró la tarjeta amarilla a Del Horno, Karanka, Cocu, Saviola, Sorín, Prieto, Esquerro y Reiziger. Camp Nou: 65.778 espectadores.
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Ya no es el Barça aquel equipo aparente que jugaba como no podía. Quería ser grandilocuente con jugadores menores. Pretendía ganar los partidos tocando y tocándose, y acababa tumbado. Antic le ha dado la vuelta, lo ha contextualizado, lo ha puesto en el punto del mapa futbolístico que le corresponde, aunque la realidad escuece. Puede mejorarlo para salir del paso, pero difícilmente lo marcará.
Más que un equipo que honre al club, el Barcelona tiene hoy una plantilla apañadita, con media docena de jugadores para tener en cuenta y la otra de complemento, falta en cualquier caso de grandeza y de gente que desequilibre. El Barça requiere por tanto un trabajo táctico serio, un buen tono físico, un mejor posicionamiento y un reconocimiento expreso de que para ganar cualquier partido hay que atarse las botas y, a final, mirar a dónde se ha llegado. Y en ello está Antic, que necesita mucho tiempo ante tanto trabajo.
Ayer, de momento, el entrenador puso a cada jugador en el sitio en que mejor podía optimizar sus virtudes. Jugó Overmars abierto a la banda derecha, con campo para correr y romper; revoloteó Saviola en el área, como segundo delantero, olvidándose de defender, atacando los centros; se puso Cocu como un escudero en la divisoria; se apretó atrás en una línea de cuatro que a simple vista parecía tan firme que hasta De Boer defendía; y dejó el flanco izquierdo a merced de Sorín mientras Mendieta se replegaba como interior zurdo.
A base de esfuerzo, con la velocidad de Overmars, los controles de Kluivert y la pillería de Saviola, el Barcelona se puso con dos goles de ventaja a las primeras de cambio. Directos y profundos, los azulgrana arrinconaron al Athletic, sorprendido por la propuesta rival y generoso en la concesión de los dos tantos. De nada le servía al equipo vasco tener la pelota, porque el Barcelona prefería presionarle, como si fuera el mejor de los peores equipos. El desgaste fue tal que alcanzó el descanso reventado.
Aprovechó el Athletic el desfonde azulgrana y la descolocación de Sorín, pillado a contrapié en la defensa de cada jugada, para igualar el partido con la misma simplicidad que el Barcelona lo había inclinado de su parte en el primer cuarto. Un penalti discutible, por si la caída de Tiko ocurrió fuera o dentro del área, y un libre directo que dejó en muy mal lugar a la zaga barcelonista reactivaron la contienda. Débil psicológicamente, el Barcelona acusó el golpe, quedó grogui, alelado, frío, a merced del contrario, incrédulo ante lo ocurrido, desasistido por la hinchada, que gastó toda su saliva con el árbitro olvidándose de su equipo, más necesitado que nunca de su estima.
Le costó al Barcelona jugar con la pelota en el pie. Una cosa ya sabida con Van Gaal. De nuevo apareció el equipo frágil, plúmbeo, incapaz y estéril, accesible para cualquiera. Al Athletic le faltó la pegada de Urzaiz, lesionado, para rematar el buen juego que tejió en la línea de medios con Yeste a la cabeza. Más fuerte físicamente, amenazó con mandar al Barça al cementerio de Les Corts de un bufido. De naturaleza liviana, sin poder de reacción, los azulgrana fueron dimitiendo uno detrás de otro, empezando por los mejores del primer tiempo, Saviola y Overmars, un jugador que suma o resta.
Perdió recursos y efectividad el Barcelona mientras el Athletic ganaba dinamismo en tanto que equipo más hecho pese a defender con un grupo de noveles. Los azulgrana se quedaron sin recursos dentro y fuera del campo. No ha habido en toda la temporada un suplente que haya arreglado un partido torcido, y anoche no fue la excepción. Riquelme pasó tan inadvertido como de costumbre para suerte del Athletic, más fresco y jovial, sobre todo después de ponerle la zancadilla a la Real, mucho más dinámico, ni que fuera por oposición con un Barça que empezó volando para acabar bajo tierra, una conclusión que remite a los orígenes del problema: Antic parece capaz de mejorar el rendimiento del Barça, sobre todo en los detalles, pero para lo que pretende, siendo aceptable, necesita un equipo mucho más fuerte del que dispone, poca cosa físicamente y de moral frágil ante la que está cayendo en el estadio azulgrana, incapaz de administrar una ventaja de dos goles. La capacidad de cualquier técnico es limitada ante el plantel que deja Gaspart.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 10 de febrero de 2003